‘La noche fenomenal’. Autor: Javier Pérez Andújar. Editorial: Anagrama. Barcelona, 2019.

Los príncipes valientes supuso la primera ficción narrativa editada de Javier Pérez de Andújar. En ella aparecía la vivencia de un joven emigrante en el extrarradio de Barcelona. Tuvo notable éxito al ser finalista del Premio de Novela Fundación Lara. Allí ya estaban presentes algunos de los motivos personales que circulan por las páginas del autor, a saber, los espacios de la periferia de Barcelona -marca crecer en el tardo franquismo en Sant Adriá del Besós-, los tebeos, con los cuales la editorial Bruguera brindó a una parte de este país el acceso a la cultura -recordemos la participación del propio autor en el equipo de Francisco Ibáñez-; y la tercera pata del banco: la música pop. Desde la peculiar mirada de Pérez Andújar ya había retratado como ensayo el territorio cercano en Catalanes todos. Las 15 visitas de Franco a Cataluña y Salvador Dalí. A la conquista de lo irracional. En Tusquets publicó ficción Todo lo que se llevó el diablo, Paseos con mi madre, Catalanes todos, Diccionario enciclopédico de la vieja escuela, para pasar a la editorial Anagrama con la novela que nos ocupa: La noche fenomenal.

Una palabras del propio autor en una entrevista nos sirven para situarnos en el punto de partida: «Hablo de mi barrio. No lo hago por orgullo, sino porque es lo más profundo que puedo ofrecerle al lector, lo que he vivido con mayor intensidad, lo que conozco».

Ese mundo es, por extensión, su pueblo en las afueras de Barcelona, pero es también esa ciudad cuando se transita a pie por ella o en medios de transporte públicos, sus habitantes, sus calles, sus comercios, la vida diaria. No crean que es una obra costumbrista. Todo lo contrario. Las páginas están cargadas de personajes frikis, un panorámico microcosmos de aquellas vidas que tienen la habilidad de convivir entre los demás.

El dato no impide el tránsito de algunos personajes anclados en el raciocinio social, los menos. Disfrutamos de un Walt Disney o unos Starsky y Hutch convertidos en Mossos d´esquadra. Un desparrame que comienza con la aparición de unos extraños agujeros que permiten el paso de un lugar a otro en la misma.

Un grupo de participantes en un programa de fenómenos paranormales intentará buscar la causa. Un dechado narrativo en el cual todo aparece normal salvo una extraña anormalidad. Recuerda aquellas técnicas de Rodari para crear ficción con el elemento inesperado, de pronto un helicóptero en Caperucita o la pregunta que crea redes: ¿qué pasaría si... en Barcelona aparecieran agujeros que atraviesan hasta otro lado? Una Barcelona dividida, ¿les suena?

Un acierto de esta novela, que entronca con la inevitable comparación de las de Eduardo Mendoza, radica en el humor, estirado con dominio hasta el disparate. Ojo, existen personajes y situaciones reales que sobrepasan a los de la novela, pero en el cervantino acompañamiento humorístico del distinto radica la focalización.

Aparecen ciertos momentos delirantes, sobre todo para quienes vivieron el final de los setenta y comienzo de los ochenta del pasado siglo. Impagables las alusiones a las letras del llamado rock andaluz en boca de algunos personajes, el homenaje a los mencionados tebeos, a las pequeñas novelas que se intercambiaban en kioskos de chucherías (en la persona de un autor llamado Carl Malone) o a una de la librerías emblemáticas de Barcelona y su propietario.

Ese centro de la ciudad condal que elimina la vida de sus habitantes y se llena de «policías y personas desorientadas» o el de París tomado por una manifestación con miles de personas con caretas de ¡Jacques Brel! (una parodia muy cercana).

También se cuela lo poético: «ver irse a un solitario, cómo se lleva su soledad consigo y desaparece dentro de ella es un aviso para tiempos peores», o la acidez reflexiva: «vivimos en un país muy miserable, en el que a nadie le interesa la cultura y cuando interesa es para dedicarse a la rapiña».

La greguería, el pareado recurrente que presenta los capítulos, los diccionarios, la parodia de los libros de aventura, la escritura popular, también existe un disparate literario. La nota final actúa como aclaración de los personajes, en muchos casos como homenaje y en otros «todo es verdadero, excepto cada uno de ellos».

Un libro que es oportuno para sobrellevar la mediocre realidad y ejercitar la sonrisa como terapia.