Hay una sintonía misteriosa, un tono, un acorde, el silbo de un pájaro, el crujido de la luz en un árbol, el susurro de la brisa erizando un trigal, que nos unce a la inocencia. Es ese pequeño milagro el que uno siente al adentrarse en Música lejana , este hermoso poemario de Joaquín Fernández de Silva, donde fulge un espacio rural condimentado por el cálido aliento de una sencillez que abre ventanas en nuestro corazón.

En el libro encontramos poemas prodigiosos, como el titulado «Olivar en tiempos de paz», un dibujo emotivo del paso del tiempo en un rincón donde «El viento da en las hojas/y se agitan pañuelos tristemente». Ahí en ese espacio anónimo y humilde caben las sombras y las luces de la guerra. En otro poema, «Triste adivinanza», el tiempo es la nieve dormida en las sienes de una madre. Así, en este libro azul de Fernández de Silva, editado en Hiperión, uno halla arco iris, palomas, huertas y campanarios, una esencia rural galvanizada por la luz. La buena poesía, como es esta de Joaquín, deja en nuestra mirada el oro feliz de un resplandor.