‘Obra Completa.

Poesía y Prosa’. Autor: Juan Drago. Edita: Diputación y Universidad de Huelva. Huelva, 2018.

Pocos poetas actuales me han llegado y llagado tanto como Juan Drago. Pocos me han dejado tan tocado, herido y hundido como la delicadeza de su alma. El de Rociana del Condado, en Huelva, nacido en 1947 y fallecido en 2017, es, sin duda, el poeta de las marismas de Doñana, de los ánsares y los cérvidos, corzo él mismo, ángel de las dunas... Ah, la voz del Drago se escuchará cuando ya nadie hable de tantos nombres como ahora oscurecen u ocultan el suyo, que merece ser grabado a fuego y con letras de molde en las puertas del paraíso de las aves y los linces de orejas picudas. ¡Ay!, esta voz de Juan Drago, habitante de la isla del Saltés, que atraviesa directamente el alma y la deja sobrecogida en amor hacia todas las criaturas, hacia la hermosura del mundo y las constelaciones, pues en ella se mira también este poeta universal que bebe la leche de la Osa internado en la Vía Láctea, tras haber regresado, desde la mansedumbre, con los bueyes en las praderas de Gerión y Argantonio. No me ha sido dado entrever un alma que se transparente en tal grado como la del poeta en las alas de la mariposa o la libélula, que son puro aire, levedad suprema, intangibles y tan frágiles que apenas si son o no son en su textura. Esas alas son las del nadador que sueña con las playas de Mazagón y sus pinares, con esos pinares que surgen entre dunas como senos y extienden sus raíces bajo ellas, mástiles viriles alzándose bajo el sol para alivio de pájaros innumerables que huyen de la ardentía en el verano abrasador.

Se nos fue Juan Drago y nos dejó su espíritu navegable en sus libros: toda la belleza de su alma y de la costa onubense, su alado paraíso en páginas de perdurable amor forjado en el silencio, en el mucho escuchar y más amar las aguas, el aire, la luz, la vegetación, las criaturas todas que forjaron su contemplación asombrada del mundo, para adentrarse en un mundo impactado por la belleza sagrada de la creación, de la naturaleza privilegiada que lo circundaba en las orillas atlánticas de Huelva, dormida en su deslumbrante hermosura desoladora, enloquecedora, atravesada por una lanza de luz en su costado. Extenúa leer a Juan Drago: tanta es la belleza de sus versos y de sus poemas en prosa. El de Condados de Niebla y las Hojas de Zenobia, tan cercano a la colección Juan Ramón Jiménez, a la Fundación Odón Betanzos y a cuantas empresas literarias han emergido en Huelva durante varias décadas de estos dos últimos siglos, el XX y el XXI. Drago recoge la antorcha espiritual que nos legara el Juan Ramón Jiménez de Animal de fondo y el Dios deseante, deseado y, con él, la del nobel hindú Rabrindranath Tagore, la cual llega hasta la obra de José Ángel Valente.

Una poesía de la belleza del alma, en conjunción armoniosa con el entorno natural que circunda al poeta, atravesada por un rayo de «luz no usada», que diría el maestro Fray Luis de León, de encendidas imágenes personalísimas de extraordinaria plasticidad.

La Diputación Provincial y la Universidad de Huelva han publicado dos volúmenes con la poesía y la narrativa de Juan Drago, cumpliendo así con el deber que tienen las instituciones públicas de velar porque no caiga en el olvido la obra relevante de sus creadores. La edición, que está a cargo del escritor onubense, de Fuenteheridos, Manuel Moya, integra un ensayo del profesor peruano Julio Mendíbil. Dos gruesos volúmenes que hay que leer despacio, paladeándolos, como el buen vino, intentando digerir el torrente de belleza que nos conmueve, cautiva y emociona. A través de estos dos volúmenes podemos observar la evolución y el hilo conductor de una obra singularmente valiosa como es la de Juan Drago, que partiendo de la descripción poética y luminosa de un entorno paradisíaco: el de Doñana, sus marismas y paisajes dunares, con su fauna y su flora; avanza por el simbolismo hasta dar con un espiritualismo de corte místico. Sin duda alguna, la obra de Juan Drago indaga y profundiza en la condición humana para ofrecernos sorprendentes hallazgos. Un poeta a descubrir y por descubrir.