A diario despachan productos de la tierra hechos con mucho esmero en el corazón de Extremadura. No lejos de casa, en la tienda de embutidos y carnes ibéricas de Victoriano Pérez, Merche y Javi me acercan sabores de otros días.

El lomo de orza, la morcilla de patata, las costillas adobadas al estilo de la abuela en las manos de Merche son formas de un prodigio que suena en los campos de nuestro paladar como un murmullo de brisa en las encinas.

En las suaves entrañas de Ciudad Jardín, frente al parque Juan Carlos, ebrio hoy de rosas tímidas, el mes de mayo se hace aún más poético cuando entras al espacio de Victoriano Pérez y hallas en él el olor feliz de la dehesa escrito en sabores y texturas ancestrales.

Mientras Merche y Javi me atienden con afecto y un trato exquisito, mi alma se abuhardilla y veo a mis abuelos, a mis padres, a los vecinos del ayer deambulando en la hora vespertina.