Máximo Higuera Molero (Villanueva de Córdoba, 1953) es dueño y director de Trifaldi, una de las editoriales más singulares y genuinas del panorama literario español. En su catálogo aparecen libros de clásicos internacionales y, también, de autores españoles e hispanoamericanos. Paralelamente a su línea de ensayo y narrativa, ha abierto la colección poética «Ay del seis». En esta entrevista el editor y traductor habla de sus proyectos más recientes en el ámbito editorial.

-Antes de nada, ¿cómo y cuándo inició su aventura de crear una editorial eminentemente selecta y literaria como es Trifaldi?

-En el año 2005 se celebraba el cuarto centenario de la aparición de la primera parte del Quijote. Era una magnífica ocasión para poner en marcha un proyecto que ya teníamos concebido previamente: rescatar y editar obras fundamentales que, por distintos motivos, no eran ya accesibles al lector. El primer título del catálogo fue, pues, Mujeres del Quijote, de Concha Espina, obra de gran éxito en su época, pero que no se editaba desde 1916. La novelista cántabra recrea allí, a su modo, todas las mujeres que aparecen en la obra cervantina. Editamos la obra, rescatando también las ilustraciones de Santiago Ontañón, Serny, y César Abín.

-A muchos sorprende que, en tiempos malos para la lírica, usted haya inaugurado dentro de su editorial la colección de poesía «Ay del seis», con un interesante catálogo y un diseño a la vez elegante y muy moderno, ¿compensa publicar en estos días de poesía banal, deffrediana y marwánica, otra mucho más enjundiosa y de calidad?

-La lírica nunca ha tenido buenos tiempos. Los poetas del siglo XVII morían de hambre. Lope de Vega tenía que escribir cartas eróticas por encargo del Duque de Sessa para garantizarse la manutención. Hoy es más necesaria que nunca una labor editorial que haga visibles a poetas que asumen riesgos, no solo a aquellos que se amoldan a continuar hasta el infinito los modos poéticos ya conocidos y experimentados. Por otra parte, pienso que hay una gran confusión. España nunca ha sido un país culto. Y eso ha empeorado en los últimos años. Nuestra asignatura pendiente sigue siendo la educación. No hay más que oír a nuestros políticos. El último intento serio de establecer en España una educación integral fue el de la Institución Libre de Enseñanza en el primer cuarto del siglo pasado. Todo aquello acabó abruptamente, segando de cuajo una generación que, aun así, llegó a dar varios premios Nobel. Luego vino el golpe, la guerra y el yermo de la dictadura, cuyos efectos duran hasta ahora. Hoy parece que nos conformamos, orgullosos, con sucedáneos: turismo cultural en lugar de cultura; aumento de las pizarras electrónicas, en lugar de educación; ejercicios literarios para adolescentes, en lugar de poesía. Y no está mal que haya de todo. Pero cada cosa debería tener su espacio. Por cierto el diseño de la colección «Ay del seis» se lo debemos en gran parte al ilustrador cordobés Miguel Cerro, que captó perfectamente el espíritu del proyecto.

-Tanto en el catálogo de narrativa en Trifaldi como en la colección poética «Ay del seis» aparecen autores hispanoamericanos, ¿es usted un editor de los que apuestan por la buena literatura o se muestra abierto también a la edición de libros ‘best sellers’ de usar y tirar?

-Intentamos que nuestro catálogo siga creciendo con obras que no podemos denominar como de evasión. Como en otros ámbitos, en la poesía seguimos de espaldas a América. Muy lejos quedan los años en los que Rubén Darío, Vallejo, Alfonso Reyes, Huidobro, Girondo, Neruda, convivían en España con los poetas de aquí. Dentro de nuestra colección, hemos publicado a poetas muy conocidos en América. Es el caso del cubano José Kozer, inmenso poeta, propuesto para el Premio Cervantes en su última edición, y ganador del prestigioso Premio Iberoamericano de Poesía, Pablo Neruda. De Kozer editamos el primero de una serie de poemarios titulado Imago Mundi I. También el uruguayo Eduardo Espina, cuya Caza nupcial, referente mundial del neobarroco, desde 1983, aún no había sido editado en España.

-Algunos de los títulos que aparecen en el catálogo de la editorial Trifaldi han sido traducidos por usted, sobre todo los de Marcel Proust, ¿qué tarea le resulta más gratificante la de editor o la de traductor?

-Gratificantes son ambas por distintos motivos. La de traductor parte de un interés, (casi enamoramiento) de la obra original, que constituye el impulso para querer verterla a la lengua propia. Supone todo un reto que requiere del traductor dotes de escritor. La tarea de editor tiene también su faceta apasionante: descubrir y dar a conocer al público autores y obras que no existían para el lector. Y esto a pesar de los momentos de decepción, que también se producen.

-En la actualidad, cuando está tan de moda el tema del feminismo en el campo de la literatura, Trifaldi ha editado uno de los libros más hermosos que he leído de esta temática, ‘Mujeres que trepan a los árboles’, de la escritora peruana Patricia de Souza, ¿qué resaltaría más de esta novela su mensaje o la construcción de la misma y el modo en que está escrita la obra?

-Estoy de acuerdo. La novela de Patricia de Souza es un ejemplo de cómo en una obra narrativa de apenas 160 páginas se puede conciliar feminismo, trama amorosa, nostalgia de la infancia en el país de origen, choque de culturas... y temas como la colonización del lenguaje, en los que Patricia (doctora en Ciencias Políticas por la Sorbona) es una experta. Y todo ello con una exquisita calidad literaria. Mujeres que trepan a los árboles tiene otros precedentes de tema femenino en nuestro catálogo: Mujeres del Quijote, del que ya hablé; Mujeres de la Revolución, de Jules Michelet (sobre las heroínas de 1789); Mujeres y criados, la obra inédita de Lope de Vega...

-Siguiendo con su línea de apoyo a la narrativa y a la poesía de calidad, usted acaba de publicar la última novela del escritor Justo Vila, uno de los autores más sólidos de la denominada literatura de compromiso ético y social. Quienes hemos leído este libro, ‘Mañana sin falta’, hemos quedado impresionados por su alto voltaje literario, ¿qué puede aportar un autor tan consolidado como es Vila a Trifaldi?

-Mañana sin falta, de Justo Vila, refleja en una amena y bien construida narración lo que ha ocurrido en España en los últimos cincuenta años, con una prosa de gran calidad, que nos acerca a Benito Pérez Galdós, al Cela de La familia de Pascual Duarte, e, incluso, a El Jarama, del recién desaparecido Rafael Sánchez Ferlosio.

-Por último ¿qué nuevos títulos tiene proyectado sacar a la luz?

-En poesía, será una antología de la valenciana Carolina Otero Belmar, Piscina fuera de temporada, y un libro del peruano Maurizio Medo, titulado Las interferencias. En cuanto a ensayo, un clásico de Jules Champfleury, La caricatura en la Edad Media y el Renacimiento.