Casi trescientas páginas, con un texto muy legible y fluido, constituyen este libro de José Martínez Hernández Antonio Machado, un pensador poético, y ello a partir de un subtítulo completamente veraz: Meditaciones del Juan de Mairena. De una bibliografía de 62 libros sobre el escritor más un total de 115 artículos y obras de consulta tiene que surgir, evidentemente, un ensayo bien argumentado en ocho capítulos cuya justificación -leemos en páginas introductorias- nace de la idea de que su «importancia como escritor en prosa y pensador no considero aún plenamente reconocida en la cultura española»; así que no se hablará aquí de poesía sino que se presentará «una reflexión personal sobre sus propias meditaciones, intentando mostrar la profundidad, la originalidad y la importancia de su pensamiento», medido a la altura del de Unamuno o de José Ortega y Gasset.

El primer capítulo, el más extenso junto con el tercero, se titula «Pensamiento arquitectónico y pensamiento poético», que lógicamente sienta las bases de los posteriores pues pretende dejar claro que en la concepción de la arquitectura filosófica que levantó Machado en la totalidad de sus publicaciones, Juan de Mairena supone que «Poesía y filosofía se dan la mano en esta dualidad Machado-Mairena en la que el canto y la meditación transitan de uno a otro lado sin cesar, como dos manifestaciones de un mismo espíritu y en una permanente y natural continuidad». Y entre las muchísimas afirmaciones y párrafos insoslayables están estas dos: que «don Antonio Machado, su creador, no es, ni mucho menos, un pensador académico y al uso, un filósofo en el significado estricto, canónico y habitual de la palabra, ni falta que le hace»; y que «llamo pensamiento arquitectónico y pensamiento poético a los dos caminos principales a través de los cuales el ser humano intenta conocerse y comprender el mundo». Así, el lector va avanzando cautivado por cuanto va descubriendo: que bajo el Machado poeta hay un filósofo de talla universal. Y con ese convencimiento se llega al segundo capítulo titulado, precisamente, «Antonio Machado, ‘filósofo’», en donde con apreciaciones críticas a quienes (según el ensayista) crearon un tópico inadecuado para Machado, se afirma que «los mejores catadores de la obra de Machado no lo han considerado nunca un filósofo en sentido estricto, han destacado siempre su estilo personal e inimitable, poético y meditativo a la vez, y han señalado su irreductible diferencia»; a lo que se añade contundentemente que «la clave principal del pensamiento de Machado se encuentra en sus apócrifos». Y viéndolo, pues, con «una concepción de la filosofía y del filósofo nada convencional (...), que mantiene una estrecha relación con el pueblo y la cultura popular», se enfoca el siguiente capítulo «Antonio Machado, Demófilo», 35 nuevas páginas basadas en «su firme actitud como amante y defensor radical de la cultura popular», al dar relevancia a las ideas heredadas de su padre Antonio Machado y Álvarez Demófilo y estar en contra del «aristocratismo cultural». Enérgico y novedoso capítulo que va seguido de «Juan de Mairena, el filósofo del pueblo», donde se demuestra con creces que Machado ha creado un filósofo singular y genial con su correspondiente y original filosofía. Léase, pues, estos interesantes párrafos tan centrales en esta obra, sobre todo porque pone puntos sobre las íes y aclara la esencia de ese filósofo suspicaz y meditativo que es Juan de Mairena. A partir de aquí surgen dos concienzudas aproximaciones a lo que se denomina «El hombre poético y la duda poética» (sobre la idea de que «en el pensamiento de Machado hay implícitas una antropología, una teoría del conocimiento, y una metafísica poéticas») y a continuación, concretando más, las 26 páginas de «Una metafísica poética» (centradas en el personaje de Abel Martín, filósofo metafísico que distingue entre «un pensar lógico» y «un pensar poético y cualificador»).

Al fin, todo este caudal de investigación y estudio desemboca primero en «Un cristiano heterodoxo» (desarrollado minuciosamente a partir de las opiniones sobre la religiosidad del escritor, «que van desde quienes la niegan o ven a Machado muy alejado de la religión hasta quienes encuentran en él una verdadera actitud religiosa») y, concluyendo, en «La presencia de Juan de Mairena», con apreciaciones personales del propio ensayista que, entre otras muchas observaciones que es necesario leer, deja sentado que «el filósofo Juan de Mairena está hoy más presente que el poeta Antonio Machado, porque éste cierra una época poética, mientras que aquel abre una época filosófica».

En este libro, todas son páginas profundas, muy bien sintetizadas, muy bien argumentadas y documentadas -¡numerosas son las citas que se insertan¡!- y desde luego en él se ha alcanzado la que era para Martínez Hernández la finalidad crítica que regía todas las demás, pues en la página 75 comienza capítulo de este modo: «El propósito principal de estas meditaciones es, como dije en la introducción, contemplar la figura de don Antonio Machado desde una nueva perspectiva y poner en evidencia la imagen tópica, reduccionista y empobrecedora que se ha construido sobre él con el paso del tiempo en la cultura oficial de nuestro país». Adecuado propósito y feliz consecución.

‘Antonio Machado, un pensador poético´. Autor: José Martínez Hernández. Editorial: Almuzara. Córdoba, 2019.