Siete libros de poemas a sus espaldas, varios de ellos con importantes reconocimientos, certifican a Juan Bello (Santiago de Compostela, 1986) como uno de los poetas jóvenes a destacar en el panorama literario actual.

En Mi tiempo perdido (que consiguió el tercer Premio de Poesía Nicanor Parra), Juan Bello redunda en su poética personal, de tensa serenidad en la superficie pero bien anclada en sustratos ocultos.

El poeta nos sumerge en la sustancia de nuestros grandes enigmas irresolubles; aquellos que nos limitan, tanto a él como al lector, a ser meros espectadores; entretenimiento en manos de un niño que «juega con la peonza del tiempo,/que gira a ambos sentidos a la vez,/confundiendo el pasado y el futuro».

No es de extrañar que en esa observación de un tiempo elástico que se estira o moldea a capricho de la luz o las estaciones, los poemas surjan de una pantalla de cine, una feria, un circo o el cubilete de un trilero.

Siempre con un mensaje inaudible o indescifrable, como el pájaro en su jaula del que escribe: «Quién sabe lo que puede estar diciendo,/hasta aquí solo llega/un leve murmullo,/las quejas desatendidas de algún árbol/en un parque vacío».

Si se transcribieran los cuadros de Magritte o las películas de Lynch al verso, nos encontraríamos con un universo muy parecido al que nos ofrece Mi tiempo perdido, inmerso en la misma extrañeza: la de una mirada que sabe captar y plasmar la magia que habita en lo cotidiano.

‘Mi tiempo perdido’. Autor: Juan Bello Sánchez. Edita: La Isla de Siltolá. Sevilla, 2018.