Tras el indiscutible éxito de ‘La playa de los ahogados’, los lectores esperábamos con avidez una nueva entrega del inspector Leo Caldas y de su segundo, el agente Rafael Estévez. Esta pareció llegar en 2013. Se titulaba ‘Cruces de piedra’, pero nunca consiguió materializarse en un libro. A partir de ese momento, comenzó a pasar el tiempo y, con él, aparecieron los más diversos rumores sobre el autor y sobre su obra fantasma. Mientras tanto, Domingo Villar seguía a lo suyo: escribir, reescribir, corregir una y otra vez, traducir al gallego una extensa novela repleta de personajes, de historias que se bifurcan y convergen, de giros, de vueltas de tuerca, de pequeños matices que, como los engranajes de un reloj, deben encajar a la perfección para atrapar al lector durante 700 páginas y para llevarlo hasta un final sorprendente e impactante. Por fin, ha visto la luz con un sugerente título: ‘El último barco’. A tenor de los resultados, la larga espera ha merecido la pena.