‘Leer después de quemar. Autor: Rafael Soler. Editorial: Olé Libros. Valencia, 2019.

Rafael Soler un es novelista y poeta nacido en Valencia en 1947. Durante muchos años fue profesor y ahora se dedica por completo a escribir. Hubo un largo paréntesis de no publicación en su vida, pero resurgió y volvió con fuerza a la palabra escrita. Si Los sitios interiores fue publicado en 1980, no fue hasta el 2009 cuando volvió a la poesía con Maneras de volver, a la que siguieron Las cartas que debía, en 2011 y Ácido almíbar, en 2014, libro que le dio el Premio de la Crítica Valenciana en el 2015. Además, también ha publicado dos antologías: La vida en un puño (2012) y Pie de página, también en ese año. Llega ahora Leer después de quemar, un repaso a sus libros publicados, con un sugerente título que nos viene a decir que toda literatura nace de lo que vamos excluyendo, para luego leer y cultivarse. El esfuerzo del poeta en crear un mundo propio nace de esa vocación interior por la literatura, a veces más importante que la propia vida. Si leer nos salva de un mundo real donde apenas encajamos, en la creación uno puede encontrar el camino para escuchar su voz en el eco que deja en los otros cuando leen nuestros textos. La selección de este libro es muy buena, porque los poemas nos dejan ese universo que ha ido creando Soler, donde el verso es también confesión, consejo, lectura del mundo, en definitiva.

En el poema «Ningún precio es terrible», nos dice el escritor valenciano: «Si tu vida no cabe en una vida/redacta un testamento prematuro/ordena los besos que has perdido/y desanda la fila que conduce/a cuanto tiene de honorable la rutina».

Sin duda, la vida para Soler es ese espacio donde caben muchas más vidas y es la del poeta y, por ende el escritor, un cofre que se abre siempre para releer el mundo. El estilo poético de Soler tiene ese escenario de secuencia cinematográfica, donde se suceden las imágenes o las palabras como fogonazos que nos ciegan.

En esta selección de poemas reside el mundo de Soler, su visión de la vida, su ironía pero también su apego cariñoso a las cosas, a los seres, al lenguaje, patria que tenemos todos y que no es de nadie en realidad. En el poema «El viaje es lo que importa», cito los cuatro primeros versos, en ese escenario parisino, con el ser amado: «Vamos al Sena me dijiste/sin apretar la boca/y yo acepté/pues siempre fuimos dos y somos uno».

En estos versos vemos ese espacio que siempre queda entre dos seres, ese hueco invisible donde uno no puede llegar al fondo del otro, como lo vimos en las primeras novelas de Soler y en la excelente El grito o la muy lograda novela El último gin-tonic. La vida se constituye también de esas lagunas, de esos espacios intransitables, como en el Cortázar de Rayuela, la Maga siempre nos quedará lejos, aunque la tengamos al lado y podamos acariciarla cada día. Una gran selección este libro, una antología que refleja lo mejor de Rafael Soler como poeta que es también el hombre que deja destellos de luz y sombra en sus poemas, el hombre que transita por la vida con la duda existencial a cuestas.

Un paso más en la aventura poética de Soler, ese canto a la lectura como base para crear otra vida, quizás mejor que esta o simplemente una lectura más de la que tenemos.

Soler lo consigue con una obra poética original y con el ágil ritmo de unos versos siempre apasionados por la vida.