He dejado pasar las Navidades para escribir sobre uno de mis libros preferidos: Alicia en el país de las maravillas. No sé qué puedo decir de Alicia que no se haya ya dicho, escrito, dibujado o filmado. Pero de repente me doy cuenta que como con el genio de Baltimore, Edgar Allan Poe, de quien nunca me canso de escribir en esta sección, me encuentro con varias ediciones de la obra de Lewis Carrol en mi biblioteca. Que arrancan desde la tradicional de Alianza con las ilustraciones de John Tenniel y traducción de Francisco Torres Oliver y continúa con la edición magistral, cómo no, de Akal, Alicia anotada. Una verdadera joya que mantiene los mismos pilares (traducción, ilustraciones) y añade ese gusto que todo bibliófilo sabe apreciar, esta vez con comentarios de Martin Gardner, columnista de Scientific American durante más de veinte años, matemático y ensayista. Blume Editorial, por su parte, mantiene en catálogo una verdadera joya «con mágicas ilustraciones del galardonado artista Robert Ingpen e incluye un ensayo sobre este cuento del especialista en historia de la literatura Russell Ash». Y finalmente, escondida entre los anaqueles está Alicia en Sunderland (Mondadori), una versión libre en forma de novela gráfica, «un enorme collage muy poco ortodoxo que acerca la figura de Lewis Carrol al mundo de la viñeta». «Bryan Talbot nos presenta una tesis que relaciona a Alicia con la ciudad de Sunderland (trasunto de Wonderland) y para ello conecta la obra literaria con la realidad a través de la historia de Inglaterra, como si asistiéramos a un music hall en forma de cómic». Alicia, Alicia, Alicia... ¿Por qué las editoriales se empeñan en presentar el libro como «apto» para menores?. Recuerdo que descubrí al personaje con Walt Disney, (como tantos otros) a la par que a Peter Pan de Barrie, otro cuento clásico de la literatura para adultos que se empeñan que lean los niños. Y recuerdo que entonces, siendo niño, me colaba en los cines de mi barrio para ver sus andanzas una y otra vez, y otra. Me fascinaba. Tuve que dejar de ser Peter Pan, tuve que asumir mi condición para un buen día hacerme con un libro de James Matthew Barrie al igual que me hice con el de Lewis Carrol para volver a soñar. Para volver a ser un niño. Pero eso, es otra historia. Por mi parte, Alicia, el mundo mágico de Alicia, o el de Peter Pan sobrevolando los tejados de Londres en dirección a Nunca Jamás, siempre serán ejemplares o películas a recomendar a niños entre 0 y 99 años. Ya tendrán tiempo, como lo tuvimos nosotros, de entender y comprender la esencia de las obras.