"Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo", manifestaría Julio Cortázar, quien consideraba que, "escribiendo hasta que la eternidad quepa en un instante", recomponía siempre su actitud vital y su forma de entender vida/ literatura.

EN BERKELEY

Durante el otoño de 1980, a lo largo de dos intensivos meses, Julio Cortázar dictó un curso sobre Literatura en la Universidad de Berkeley; en realidad, se concretó en ocho clases, o charlas acerca de su experiencia como escritor, además de desentrañar la génesis de sus propias obras. Nunca pensó en publicar sus lecciones en forma de libro, quizá porque no le hiciera mucha ilusión un tipo de trabajo como el docente, puesto que ya había rehusado una oferta anterior en Columbia, y lo mismo ocurriría a lo largo de los setenta, y tan solo participaría en homenajes o simposios que le resultaran cómodos. Quizá este fue el motivo último, señala Carles Alvarez Garriga en su prólogo a Lecciones de Literatura. Berkeley, 1980 (Alfaguara, 2013), de que aceptara el ofrecimiento porque tenía "condiciones excelentes para trabajar y leer mucho" cerca de San Francisco, ciudad que le fascinaba, y es cierto que aprovechó para escribir: queda constancia que mecanografió de una sentada Botella al mar. Epílogo de un cuento , incluido en el que sería su último volumen de relatos, Deshoras (1982). Viajó con Carol Dunlop, con quien se había casado a finales de los 70 y era motivo suficiente, como el propio Cortázar escribiría a Félix Grande en mayo de 1980: "No te sorprendas de esta ausencia parisina de seis meses, que me duele mucho pero que es necesaria; romper con algunas etapas de la vida es más penoso de lo que parece, y después de pensarlo mucho he comprendido que era la única manera de poder volver a mi territorio natural sin tener que enfrentar diariamente las secuelas de diez años de una vida en común que se resiste a aceptar que a lo hecho, pecho".

Alvarez Garriga habla de la "demolición de la metodología embalsamadora y de la fosilizada jerarquía profesor-alumno como una de las características del curso y de las lecciones que iba improvisando Cortázar: "Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy muy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones". Esta fórmula de trabajo es la habitual en él, aunque los conocimientos generales que se exponen sobre el cuento o la novela no son totalmente originales, sino el fruto de "millones de lecturas", como él mismo dirá irónicamente hacia el final del curso.

Las ocho clases recogen conceptos de literatura en general, aunque siempre el eje de las mismas son sus propios libros. Y se desarrollaron como sigue: Primera clase, Los caminos de un escritor ; segunda, El cuento fantástico I: El tiempo ; una tercera titulada El cuento fantástico II: La fatalidad ; cuarta clase: El cuento realista ; quinta: Musicalidad y humor en la literatura ; sexta: Lo lúdico en la literatura y la escritura de Rayuela ; séptima: De Rayuela, Libro de Manuel y Fantomas contra los vampiros multinacionales , y octava y final: Erotismo y literatura .

Cuenta, sobre todo en las primeras clases, sus ideas estéticas y sus recorridos en la literatura sobre el cuento: "El cuento tal como lo entendemos ahora no aparece de hecho hasta el siglo XIX. Hay a lo largo de la historia elementos de cuentística verdaderamente maravillosos. Piensen ustedes en Las mil y una noches , una antología de cuentos, la mayoría de ellos anónimos, que un escriba persa recogió y les dio calidad estética; ahí hay cuentos con mecanismos sumamente complejos, muy modernos en ese sentido. En la Edad Media española hay un clásico, El Conde Lucanor , del Infante Juan Manuel, que contiene algunos de antología. En el siglo XVIII se escriben cuentos en general sumamente largos, que divagan un poco en un territorio más de novela que de cuento; pienso por ejemplo en los de Voltaire: Zadig, Cándido , ¿son cuentos o pequeñas novelas? Suceden muchas cosas, hay un desarrollo que casi se podría dividir en capítulos y finalmente son novelitas más que cuentos largos. Cuando nos metemos en el siglo XIX el cuento adquiere de golpe su carta de ciudadanía, más o menos paralelamente en el mundo anglosajón y en el francés". Sobre la novela escribiría, "La novela es ese gran combate que libra el escritor consigo mismo porque hay en ella todo un mundo, todo un universo en que se debaten juegos capitales del destino humano"; y con respecto a la poesía, "¿Quién ha podido definir la poesía hasta hoy? Nadie. Hay dos mil definiciones que vienen desde los griegos que ya se preocupaban por el problema, y Aristóteles tiene nada menos que toda una Poética para eso, pero no hay una definición de la poesía que a mí me convenza y sobre todo que convenza a un poeta". Uno de los momentos de más interés es cuando Cortázar, haciendo un repaso sobre su literatura, habla a sus jóvenes estudiantes de su evolución de escritor y analiza su propia obra: cómo nacieron los cronopios y cómo construyó los cuentos La noche boca arriba o Continuidad de los parques ; y cuál era el sentido de Rayuela y su proceso de escritura, o el porqué de un texto como Libro de Manuel , inspirado en una especie de diario argentino que le enviaban al autor desde Buenos Aires y así le contaban cuanto sucedía allí, represión, violencia, tortura hasta que el libro fue tomando cuerpo y se confundió entre política y literatura, aunque Cortázar siempre huyó de un posible panfleto estrictamente de corte político, y prevaleció la idea de construir un libro que siempre pudiera leerse como una novela y establecer así la convergencia entre ambos conceptos.

LOS CUENTOS

Bestiario aparece en 1951, cuando Julio Cortázar se ha instalado en París. Se trata de su primer libro de cuentos publicado, contiene uno de sus relatos más estudiados y publicados, Casa tomada , preciso en su lenguaje, de engañosa morbosidad, repleto de juegos de ominosas sugerencias y claves que crean un clima que hace sospechar al lector de todo, y del que no se espera su final. Relata un ambiente normal: una pareja de hermanos que llevan una aburrida existencia, de hábitos vacíos e indiferentes pero a quienes un buen día alguien o algo invade su casa, los va arrinconando y progresivamente termina por expulsarlos. Esa actitud, esa incapacidad para indagar y resistir complica aún mucho más la interpretación del cuento porque se trata de confinar lo ocurrido al silencio, o a esa parte del mundo en el que es mejor no hablar de ciertas cosas. ¿Hay una explicación sobrenatural o fantasmal? ¿Son personas o personajes reales? ¿Tal vez son objetivaciones imaginarias del propio sentimiento de culpa de los protagonistas del cuento? Esto se cuestiona José Miguel Oviedo cuando analiza, certeramente, el más famoso relato del argentino. A este volumen seguirán en un riguroso orden calculado Final del juego (1956), Las armas secretas (1958), Todos los fuegos el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), Queremos tanto a Glenda (1981) y Deshoras (1982), el último libro de cuentos que Cortázar publicó en vida y que ofrece el abanico completo de ese mundo cortazariano tan completo, ocho relatos donde la violencia política, el juego de palabras, el fantasma de los amores de la infancia, el mundo del boxeo, o unos adolescentes que confirman extrañas teorías sobre el colegio donde estudian, una auténtica cartografía de lo cotidiano y lo insólito; en realidad, pesa en estos cuentos esa última voluntad del argentino que convierte la realidad en un apasionante y furioso modelo para armar, o un refugio para la sensibilidad y la imaginación del lector que luchará contra el pragmatismo y la tendencia a la utilidad de sus fines.

Hoy la ficción breve de Cortázar está bien representada en España, a la edición de 1976 realizada por Alianza Editorial, en tres volúmenes, han seguido la de Alfaguara en 1994, dos volúmenes, con un prólogo de Mario Vargas Llosa, y en un volumen (2003), Saúl Yurkievich realizaba, como un amplio proyecto, Obras completas , publicado por Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores, un tomo de más mil páginas, con un aparato crítico interesante, bien documentado, así como el inédito Bix Beiderbecke . Escribir para Cortázar, señala Yurkievich, constituía una tentativa de conquista (o comprensión) de lo real. La buena literatura encarna para él una forma de acción (no la acción de las formas sino las formas de la acción) y de ahí que escoja el existencialismo como teorética de su praxis de escritura.