Leí Pedro Páramo por primera vez en enero de 2003. Puedo ser más preciso y decir que me encontraba leyéndolo la noche del viernes 24 de enero. Tengo como testigo al terremoto de intensidad 4,6 grados en la escala de Richter que llegó a Córdoba desde su epicentro en la localidad de Espejo. Volver a aquel recuerdo ahora me obliga a renombrar aquella noche como la del murmullo sísmico.

Decía Juan Rulfo que Pedro Páramo era una novela de fantasmas que cobran vida y que la vuelven a perder. Decía también que hacía falta leer tres veces su libro para captarlo del todo. Una atmósfera lúgubre y un quinqué alimentado con polvo. No todo el mundo está dispuesto a entrar en un lugar así. Por fortuna, eso no fue lo que pensó Cristina Rentería Garita cuando llegó a Comala. Sin salir ya del todo (cuestión difícil), fue armando durante años un universo paralelo al de Pedro Páramo . El resultado: Juan y los murmullos (Ediciones Azimut), su primera obra que cuenta con unas magníficas ilustraciones de Flavio Villalvazo.

En el título podemos encontrar ya una pista de lo que viene. Esos murmullos que a punto estuvieron de dar título a la novela de Rulfo aquí aparecen como voces que acompañan al escritor mexicano desde siempre. Ordenando el caos, escribe Rentería Garita. Murmullos que bien podrían ser los parientes mexicanos de los Cronopios de Julio Cortázar.

La autora apuesta por el microrrelato para dar forma a este homenaje a la vida y obra de Juan Rulfo. Es una elección acertada porque se trata de un género en el que no solo hay que prestar mucha atención a las palabras, sino que también hay que estar muy atentos a los resquicios que hay entre esas palabras. De eso se ha valido para colarse, a su vez, por los huecos que hay en Pedro Páramo, en una comunión literaria que tiene su correspondencia en la condensación narrativa y en el lenguaje preciso y directo. Son varias las escenas de estos microrrelatos que se resuelven de forma sutil, rozando la crudeza con suavidad para que no parezca áspera: «Juan Preciado se acerca a Damiana Cisneros. Mira alrededor de su cuello un surco profundo, rosa como la flor del obelisco».

Juan Rulfo vivió 68 años, y ese es el número de microrrelatos que contiene Juan y los murmullos . Su vida, la de los murmullos, la de Comala y sus ánimas, también la de Juan Preciado, marcan el ritmo de la narración con su propio espacio y tiempo. Aun así, es imposible no percibir este libro como un todo orquestado para dibujar un nuevo mapa de Comala.

Al día siguiente de empezar a leer el libro de Rentería Garita sentí otro temblor. Me encontré en el periódico con un artículo de Julio Llamazares titulado «Pedro Páramo», en el que reseña la adaptación teatral de la novela que dirige Mario Gas. Señala Llamazares que es una adaptación magistral para la posiblemente novela cumbre del siglo XX en todas las lenguas. Miraría esa coincidencia con normalidad ante cualquier otro libro. Sin embargo, que algo así ocurra por azar fuera de la ficción solo puede justificarlo un murmullo.