Es un cedazo de luz bajo las sombras por donde filtra la tarde su dulzura. En su bonhomía cálida, esencial, susurran los álamos de la mansedumbre. Uno entra en sus versos, en estos húmedos, salvíficos, de su nuevo poemario, En la otra ladera, y siente el vértigo de los pájaros que abren la humanidad del día huyendo entre zarzas. José Antonio es leve, transparente y armónico, cuando nos sugiere esto: «Todo se ha vuelto del cristal del aire». En sus versos las nubes se hacen nieve azul.

La dicha y el gozo de sentir lo verdadero, la poesía que nos salva en medio de lo oscuro. Uno halla a San Juan de la Cruz resucitado cuando lento se adentra en la cálida espesura de «En la otra ladera» sintiendo en sus entrañas la palabra lumínica, salvífica y gozosa del gran José Antonio Sáez, un nuevo místico en estos tiempos de umbría soledad.