Esta semana vamos a atrevernos con cuatro libros (siempre que el espacio lo permita) de muy diferente procedencia y estilo. Una recopilación de artículos de prensa escritos por Javier Marías entre los años 2015 al 2017, Cuando los tontos mandan; un libro de ¿memorias?, a la sazón la última entrega de Fernando Aramburu, Autorretrato sin mí; un ensayo que podríamos definirlo como ecológico y humano al 50 por ciento, aunque sin caer en tópicos, que es lo que nos presenta Rosamund Young en La vida secreta de las vacas y una reformulación del clásico de Perrault, Riquete el del Copete, a cargo de Amelie Nothomb. ¿Empezamos? «Las vacas son capaces amar, se divierten practicando todo tipo de juegos y establecen lazos de amistad que duran toda una vida». Esta afirmación de la autora Rosamund Young en La vida secreta de las vacas sería aplicable, una vez que se avanza en la lectura del libro, a todos los animales que suelen poblar una granja: cerdos, gallinas, conejos... Sin embargo, bien es cierto que los lazos de confraternización que se establecen con las vacas, resultan si cabe mayor incluso que, por ejemplo, con las ovejas. La vida secreta de las vacas es un espectáculo literario extraño, de esos que te obliga a sentarte con tranquilidad ante el libro y cada cierto tiempo soltar la lectura para recapacitar sobre tu propia inseguridad vital en la alarmante sociedad industrializada. Y de alguna manera, te retrotrae, al menos a aquellos que peinamos canas, a una infancia feliz en la que, como la autora del libro, también recogíamos moras y subíamos a los árboles. Puede que su calidad literaria se resienta, pero la humana es de tal profundidad que resulta una lectura emotiva.

Y cambiando de tercio, Cuando los tontos mandan son los viejos artículos recopilados del ínclito Javier Marías, viejos porque llegan hasta enero del 2017, en los que planteaba ya entonces cuestiones delicadas sobre el linchamiento en las redes sociales, los Oscar, el Daesh y su terrorismo despiadado o el enfrentamiento entre España y Cataluña. Es decir, una vez más, sus artículos menos literarios y personalmente los que menos interés tienen.

Sin embargo, de vez en cuando se acuerda de Juan Benet, o nos cuenta su experiencia en la Casa-Museo de Goethe, en donde se convierte por un día en fotógrafo de un partenaire desconocido. Ese es el Marías que suelo buscar cuando me lo encuentro en los diarios.

Y de un eterno candidato al Nobel, dicen, al escritor de moda. Fernando Aramburu firma con cada nueva novela, desde que escribiera Patria, las obras por éxitos, aunque bien es cierto que para muchos que le leemos desde sus inicios, desde Los ojos vacíos o Fuegos con limón, sabíamos de su talento. (Haciendo un inciso, recomiendo Vida de un piojo llamado Matías, un gran fresco literario). Autorretrato sin mí no es una novela, ni un ensayo. Está a medio camino entre el libro de memorias y el de autor, como en su momento ya hicieran otros (pienso ahora en Luis Landero, por ejemplo).

Es un libro en el que «habla de sí mismo» pero también de todos aquellos que pertenecemos a su generación. Por eso es fácil reconocerse y reconocernos entre sus páginas. Y ahora que me percato, no he hablado de Riquete el del Copete, así que lo dejaré para la próxima semana. Ya no hay espacio.