Jane Austen (Steventon, RU, 1775-Winchester, 1817, RU), desacralizó toda una época a través de sus personajes femeninos, heroínas condena-

das a un vacío o a sufrir el canje amoroso establecido. En sus novelas luchó denodadamente contra las normas establecidas por los factores del momento: la sociedad machista e injusta que le tocó vivir. Pero su estilo impecable, tan chispeante como irónico, reflejó las costumbres de una aristocracia rural inglesa y consiguió crear unos personajes femeninos que le han otorgado fama universal. Henry James escribió que las novelas de Jane Austen eran «pequeños toques de verdad humana, pequeños atisbos de una visión juiciosa, pequeñas pinceladas maestras de la imaginación», o como se ha llegado a escribir, «esas deliciosas cosas diminutas que escribían las damas».

La biografía, Jane Austen. Una vida (1999), de Claire Tomalin, actualiza, de alguna forma, el destino de esta mujer y, por extensión, se convierte en el retrato de toda una época. Jane Austen leía en casa, escribía y se dejaba llevar por la imaginación para entrar en otro mundo, un mundo de sorpresas y de dramas propios. No existen divagaciones en sus novelas, construye sus historias de una forma concisa y abarca cortos períodos de tiempo. Las primeras obras, escritas a lo largo de varios años, fueron copiadas sin mayor orden en tres cuadernos. Cuando escribió la primera versión de Orgullo y prejuicio tenía veinte años, la misma edad que su heroína Elizabeth Bennet; en 1813, cuando se publicó, tenía treinta y siete. Siempre ha sido su libro más popular. Sentido y sensibilidad (1811) siguió el mismo proceso largo y desgastador, pasaron dieciséis años hasta que se publicó. La novela se encuentra en un punto intermedio entre la tragedia y la comedia, y la aclaración de los enredos amorosos que hay al final no cambia esa condición; el tono que prevalece es sombrío. Emociona hasta las lágrimas, a pesar de que su trama es esquemática y ofrece subtramas corrientes que desarrollan la historia: chicas seducidas y abandonadas, un tutor tiránico y una madre malvada y tacaña. La abadía de Northanger (1818) no encontró editor hasta veinte años después de haber sido escrita, y se publicó cuando su autora ya había fallecido. La novela evoca una tragedia familiar: la muerte, en agosto de 1798, de Jane Williams, la prima de veintisiete años; no hay en el libro rasgos de cuestiones personales, aunque, por su detallada descripción de Bath, ciudad bien conocida por los Austen, y sus referencias a novelas leídas y discutidas en el entorno de Steventon, el libro serviría de entretenimiento para la familia. En 1800 estaban ya definidos los protagonistas principales y las estructuras de las tramas de estas tres acabadas, una de las cuales su padre había considerado lo bastante buena para desear que se publicara, y aunque la joven Jane las revisara y modificara, son las versiones que se pueden leer hoy. Algo llama la atención en estas tres primeras obras. Cada una de ellas aborda un tema radicalmente diferente: Sentido y sensibilidad es casi un debate; Orgullo y prejuicio, un romance, y La abadía de Northanger, una sátira, una novela sobre novelas y sobre la lectura de novelas.

Sentido y sensibilidad se anunciaba como una interesante novela de Lady A. La edición en tres tomos se vendía por 15 chelines, y a finales del verano de 1813 se había agotado. El editor estuvo dispuesto a adquirir los derechos de la siguiente obra, Orgullo y prejuicio. Las críticas fueron, de nuevo, extremadamente favorables y se centraban en un personaje tan carismático como Elizabeth Bennet.

Ya en 1811, Jane había empezado a escribir Mansfield Park, una novela sobre el estado de Inglaterra, y cuestiona las situaciones que provocan el comportamiento de la realeza y la clase de sociedad que lo fomentan. Existe en el relato una contraposición entre las firmes convicciones religiosas y morales, alguien que no está dispuesto a abandonarlas, que se niega a aceptar un matrimonio de conveniencia, no basado en sentimientos genuinos, y que rechaza con repugnancia la inmoralidad sexual. Un grupo de jóvenes mundanos, adinerados, cultos y divertidos que persigue el placer haciendo caso omiso de los principios apuntados; es, sin duda alguna, su novela más controvertida, aunque existen profundos desacuerdos sobre su significado.

En julio de 1813 la situación de Jane Austen era la siguiente: Sentido y sensibilidad se había agotado, dejándole ganancias; Orgullo y prejuicio se convirtió en todo un éxito; Mansfield Park había sido acabada y empezaban a cobrar forma las ideas que tenía para su siguiente obra, Emma (1815). Tenía treinta y siete años y estaba extraordinariamente activa y creativa. Su vida transcurría en su pequeño mundo, viajaba con frecuencia a Londres, donde trataba con los editores, y disfrutaba de la compañía de colegas o asistía a teatros y recepciones. Emma, cuya heroína está lejos de ser intachable, se considera en general la novela más perfecta de Austen, sin fallos, sin escollos y sin cabos sueltos de principio a fin. El mundo que ofrece está tan cuidado como delimitado. La primera vez que se lee depara una verdadera sorpresa. Al estudio de la psicología humana se añade el placer de una historia detectivesca, y con cada nueva lectura aumenta la percepción y la comprensión de su estructura y sutileza.

En los primeros meses de 1816, Jane empezó a tener un malestar general, aunque se mantuvo ocupada trabajando en The Elliots, nombre originario de su novela Persuasión (1818). Además de recuperar el manuscrito de Susan, decidió cambiar el nombre de su heroína por el de Catherine y escribió una nota en la que explicaba que se trataba de una antigua obra acabada en 1803. El 18 de julio finalizó Persuasión, un libro extraordinario en muchos aspectos, una especie de homenaje a todas las mujeres que habían perdido su oportunidad en la vida y nunca volverían a tener una segunda; es un notable viraje hacia un nuevo estado de ánimo con respecto a su visión de Inglaterra. Esta novela es, «al tiempo, la más cálida y la más fría de las obras de Jane Austen, la más dulce y la más dura», escribió la crítica en 1917. Toda la calidez y la dulzura de la historia recaen en Anne Elliot y sus reacciones frente a la gente, al paisaje y los campos en otoño o el mar y la costa con sus simas y rocas románticas. Durante los tres últimos meses de 1816 la enfermedad de la narradora seguía su curso; a finales de enero de 1817 declaró que se encontraba mejor y empleaba toda su energía en aquello que era esencial para ella: empezar una nueva novela. No hay una expresa mención a Sanditon, de la que escribió doce capítulos, entre enero y marzo, y no se publicó hasta 1925. A mediados de abril ya no podía levantarse de la cama y por la noche le subía la fiebre. El 17 de julio hizo sol todo el día, pero por la noche volvió a llover. En el diario de Mary Austen se puede leer: «A las cinco y media de la tarde se dio por muerta a Jane Austen», que puede interpretarse como si hubiera tenido algún tipo de ataque y permaneciera inmóvil; pero, de nuevo, puede leerse en el diario de Mary: «Jane exhaló su último suspiro a las cuatro y media de la mañana. Solo Cassandra y yo estábamos con ella». El entierro se fijó para la mañana del 24 de julio. Doscientos años después se ha llegado a saber que Jane Austen había fallecido de la enfermedad de Addison, en realidad, una tuberculosis de las glándulas suprarrenales que produce vómitos, deshidratación y cambio de color de la piel. Es posible que padeciera un linfoma o la enfermedad de Hodgkin, una especie de cáncer que puede producir fiebres recurrentes y un debilitamiento que conduce a una muerte inexorable.

‘Orgullo y prejuicio’. Autora: Jane Austen. Editorial: Alfaguara. Madrid, 2017.