‘La llave de los sabios’. Autor: José Luis Romeo Siguero. Edita: Dauro. Granada, 2018.

La máquina de Antiquitera -reciente hallazgo arqueológico calificado como un oopart, un objeto fuera de su tiempo- es la base de la novela La llave de los sabios, de José Luis Romero Siguero (Córdoba, 1965), narrador novel que no lo parece en absoluto por haber conseguido un texto de una altura argumental, estructural y literaria inusitadas, tanto que en sus casi setecientas páginas mantiene siempre en vilo al lector, suministrándole continuas dosis de interés, expectación y realismo bien medidos desde que en sus primeras líneas se anuncia «un tesoro que había sacado a la luz por la fuerza de la marejada», hasta esas finales que constatan «que aquel pergamino tenía alguna relación con el misterio que había marcado la vida de su padre y ahora la suya».

La novela está concebida con una doble trama que, en relación con la citada máquina de Antiquitera, va situando al lector alternativamente en la Grecia Antigua, en torno al personaje de Hiparco -inventor del mencionado artefacto- y al grupo de sabios de la biblioteca de Alejandría, y a la vez en la Grecia actual, en la que el excéntrico potentado Aetos Kripas se cree descendiente de Alejandro Magno y, por ello, utilizando sus poderes de traficante ilegal de antigüedades, hace todo lo posible por hacerse con la preciada reliquia arqueológica.

Es este doble argumento el que explica, desde el punto de vista estructural, el hecho de que el relato avance con una doble enumeración en sus capítulos: numeración romana en lo que atañe a la historia moderna y numeración en alfabeto griego en lo referido a los sucesos situados en la época de Ptolomeo VII. El capítulo X («En el apartamento número tres Ajax tomaba un café junto al grupo de escucha») se corresponde con el rotulado como ια: «Aristarco convocó a sus compañeros para revisar los progresos. Los maestros tomaron asiento en sus correspondientes lugares».

Pronto se instaura una argumentación alternante que tiene como protagonistas respetivos a Alex, arqueólogo de la Universidad de Córdoba y becario en Creta, y a Hiparco, discípulo de Petras de Salamina. Solo a partir del capítulo XXX (página 524) existirá únicamente numeración romana por centrarse la historia en días del siglo XXI.

Ambos argumentos están centrados en épocas y hechos diferentes: en tiempos pasados, por aludir a la construcción de una nueva tumba para el cuerpo de Alejandro Magno y a la invención de un instrumento que contendrá camuflada la llave para abrirla; en nuestros días, por reunir los intentos mafiosos de Kripas para robar la máquina y a la vez para buscar la tumba con fines a clonar a Alejandro Magno. Puede suponerse que los personajes de una y otra historia son numerosos: Aristarco, Hiparco, Myron, Ptolomeo VII..., frente a Alex, Myra, Claire Ionaidis, Thanas, inspector Apostos, Borislav...

Pero hay un momento (desde la página 295 en adelante) en que el lector ve que los dos argumentos, aun con sus divergencias lógicas, encajan uno en el otro y el suspense, también en ambos planos, se acrecienta al convertir la primera historia en un plan para robar la máquina de Antiquitera del museo que la aloja, y la segunda, en la decisión de Kripas de clonar a toda costa a Alejando Magno. Todo esto, al fin y a la postre, se refleja en una antítesis argumental por cuanto, por un lado, se tiende a ocultar el cuerpo de Alejandro, y por otro, a descubrir su paradero para robarlo y clonarlo. Así, con los ingredientes anotados, La llave de los sabios viene a ser una muy buena novela que sobreabunda en el secretismo, la historia política de los faraones ptolomeos, la ciencia arqueológica, la investigación policiaca, el tráfico de antigüedades, las relaciones de amistad y amorosas... Y lo que más importa: es la novela que descubre el nombre de José Luis Romeo Siguero como autor que deberá ser muy tenido en cuenta a partir de ahora por haber construido una historia con todos los parámetros de un atractivo best seller.