H ubo un tiempo en el que Francia regía los designios del arte en el mundo y dictaba las pautas estéticas de la literatura en Europa. Desde París nos llegaban «ismos» y vanguardias que se convertían enseguida en guías de artistas que miraban a la capital francesa como el único faro del arte y la cultura universales.

La poesía que nos llegaba de Francia se convertía enseguida en el modelo o canon de la creación poética y las obras de autores como Hugo, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Mallarmé o Lautréamont, entre otros, marcaban para siempre la historia de la poesía francesa y universal. En España la poesía se miró, especialmente en el siglo XIX y parte del XX, en el espejo de la poesía francesa aclimatando corrientes y vanguardias de las que, de alguna manera, aún vivimos.

Pero ya hace mucho tiempo que París dejó de marcar desde Montmartre o Montparnasse las vías por las que, de manera obligada, había de transitar el arte, y su poesía ha dejado de tener el peso y la influencia que tuvo en el pasado. Sin embargo, ahora que ya no miramos a París y los faros que nos alumbran, en este tiempo posmoderno del nuevo milenio, no tienen el brillo de antaño, no deja de ser interesante asomarse a esa poesía que hizo de Francia el país, por excelencia, de la literatura.

Es lo que nos propone el poeta y traductor Carlos Clementson con su imponente Poesía francesa, historia y antología de la Edad Media al siglo XX editada, conjuntamente, por UcoPres, la editorial de la Universidad de Córdoba, y Eus, la editorial de la Universidad de Sevilla. Los dos volúmenes que componen esta antología, de más de mil doscientas páginas, se erigen como la antología más ambiciosa y completa de poesía francesa, traducida en lengua española, que haya existido jamás.

Como señala Clementson en su introducción, «el ejemplar que el lector tiene hoy en sus manos pretende recoger, en edición bilingüe, con traducción métrica al castellano en verso blanco, una cierta representación del rico tesoro de la poesía en lengua francesa desde la austera grandeza de la Chanson de Roland (...) hasta los que podemos considerar los grandes clásicos de la poesía gala en la pasada centuria, como Paul Valéry o Guillaume Apollinaire, entre tantos otros».

Los 87 poetas escogidos por el antólogo encarnan, ciertamente, los momentos más sobresalientes de la poesía francesa. Ahora bien, en esta nutrida representación, que comprende desde los albores de la literatura francesa hasta los años veinte del siglo pasado, han quedado fuera, por el momento, grandes nombres de la poesía más contemporánea del siglo XX, y otros que ocupan también un lugar relevante en estos primeros decenios del siglo XXI. Pero la pasión traductora de Carlos Clementson y su amor por la poesía francesa no cejan en su empeño de darnos a conocer al completo todo el territorio poético de este país, del que completará, en breve, una cartografía exhaustiva, cuando disponga de los permisos necesarios para poder publicar a los poetas sujetos aún a derechos de autor.

Hace poco más de un año, en estas mismas páginas de Cuadernos del Sur, reseñábamos la publicación de la magna antología de Pierre de Ronsard, el poeta de la Pléiade, que fue galardonada como «mejor traducción» en los premios nacionales de edición universitaria. Ahora, con esta antología, el poeta traductor culmina un minucioso trabajo de décadas de estudio y actividad traductora fruto, como él mismo dice, de ese deslumbramiento que le produjo su primer encuentro con «la Musa gala» en los libros de texto del bachiller de su adolescencia.

Desde entonces, la memoria de aquella reveladora Literatura française par les textes , de quinto curso de bachiller, habría de ser la semilla y el impulso decisivo, no sólo para esta encomiable labor de traducción, sino también para la plasmación de un serio trabajo historiográfico y de crítica literaria que nos conduce, de manera muy didáctica y amena, a través de toda la historia de la poesía francesa. Una poesía de la que apunta, desde una perspectiva contrastiva, lo que la diferencia de la española y que resume de esta manera: «La tensión entre clasicismo y barroco podría muy bien configurar estos dos opuestos entre ambas literaturas. Barroquismo hispánico frente a clasicismo a la francesa». Así nos lo hace ver en el extenso capítulo preliminar de 178 páginas, que titula «Los grandes nombres de la poesía francesa. Noticias crítico-biográficas», donde vemos discurrir, junto con los autores, los movimientos, escuelas y tendencias que nos hablan y nos explican el desarrollo de esa literatura por la que Francia se convierte en un referente universal.

La antología se estructura en cinco capítulos de desigual extensión, en los que cobran especial relevancia el espacio que dedica al Renacimiento o al Romanticismo y Simbolismo. Pero lo que resulta más destacado en esta antología es la presencia de autores hasta hace muy poco marginados y prácticamente desconocidos en España, como, por ejemplo, Maurice Scève o Agrippa d’Auvigné, dos máximos representantes de la poesía renacentista y barroca francesa, que nos descubre Clementson para mayor deleite del lector español.

La atención del traductor se centra con mucho más detenimiento en aquellos poetas por los que, como él mismo declara, siente un mayor afecto. De esta manera, ocupan un espacio más amplio autores como Pierre de Ronsard y Joachim Du Bellay en el Renacimiento; André Chénier, en el Clasicismo; Victor Hugo, en el Romanticismo o Paul Valéry y Apollinaire, en el siglo XX. Sin embargo, esta mayor dedicación no significa que la mirada de Clementson haya descuidado nombres importantes de otras épocas y movimientos. Como cabía esperar, los grandes poetas del Simbolismo y el Parnasianismo están al completo en esta antología, y no faltan tampoco la presencia de notables figuras femeninas, representantes de todas las épocas, como Marie de France, Marguerite de Navarre, Louise Labé o Marceline Desbordes-Valmore, entre otras.

En cuanto al trabajo de traducción, la antología presentada en edición bilingüe, con traducción métrica al castellano, como dice el poeta traductor, se nos muestra como ese puente intercultural en el que el traductor, como mediador cultural, nos permite participar, en cada momento, en la sensibilidad de cada época y en el mundo espiritual y expresivo de cada autor. En este sentido Carlos Clementson se propone recrear formalmente la musicalidad de cada momento poético, adoptando la métrica equivalente o más conveniente al verso que recrea. Porque de eso se trata: de recrear, según la idea de traducción ya argumentada de manera reiterada por el propio poeta traductor, que se pueden resumir en su concepción de «transcreación» o de traducción creadora. Es decir, concebir la traducción como una obra de creación personal, y, en consecuencia, original. Una originalidad que el traductor consigue si participa en el mundo espiritual y expresivo del autor y se siente vinculado, nos dice Clementson, «con el latido estético o la palpitación cordial de su poesía».

El casi medio millar de poemas de todo tipo y extensión que nos ofrece esta antología responde, sin lugar a dudas, a esta idea de traducción creadora que intenta como dijera Paul Valéry, «producir con medios diferentes efectos análogos». Desde los desgarrados versos de Villon, en la Edad Media, hasta la plasticidad cubista de las composiciones de Apollinaire en nuestro pasado siglo, pasando por la exquisitez formalista del «Arte por el Arte» de los parnasianos y la convulsa belleza de los poemas de Baudelaire, toda la poesía francesa circula en esta antología y respira con todos sus acentos en el molde castellano.

Conviene subrayar, ya para concluir, que muchos de los versos que leemos aquí los podemos encontrar traducidos de manera dispersa en algunas antologías parciales o estudios de autores, pero otros muchos nunca han sido traducidos. Y, sobre todo, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nunca una antología abarcó con una mirada más amplia, cálida y original todo el inmenso tesoro de la poesía francesa. Por eso es de agradecer que, en estos tiempos posmodernos, tan necesitados de poesía, se nos invite a los lectores del siglo XXI a una lectura en castellano de esta muestra esplendorosa de la poesía francesa.