‘Sholombra’. Autor: Juan Bosco Castilla. Editorial: Amazon, 2018.

Situar la historia en unas coordenadas espaciotemporales inexistentes en las que todo es idílico (utopía) o, por el contrario, en las que la sociedad humana está en decadencia (distopía) es un recurso que ha sido utilizado profusamente a lo largo de los siglos. Las motivaciones son variadas. A veces se trata de denunciar los males que afectan a una comunidad o a un país concretos porque el autor no disfruta de la suficiente libertad para hacerlo abiertamente. Es el caso de Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, o de Los estados e imperios de la luna, de Cyrano de Bergerac. En otras ocasiones, aunque pertenece a un estado democrático que respeta las libertades de creación y de expresión, el novelista prefiere elaborar una compleja alegoría repleta de paralelismos y de metáforas, renombrar las cosas, idear un sistema político y una forma de organizar la sociedad diferentes, consciente del atractivo que supone para el lector trasladarse a un mundo que parece tan distinto, pero que, en el fondo, es muy semejante al que le ha tocado vivir, al tiempo que lo invita a reflexionar sobre las consecuencias de sus actos.

La permanencia en la retina y en la memoria del lector y en las del espectador en las ulteriores adaptaciones cinematográficas de Un mundo feliz, de Aldous Huxley; de La naranja mecánica, de Stanley Kubrick; de 1984, de George Orwell o de El planeta de los simios, de Pierre Boulle, radica, precisamente, en que sus autores decidieron situar sus novelas en apocalípticas sociedades distópicas. Consciente de esta trascendencia, el escritor cordobés Juan Bosco Castilla (Pozoblanco, 1959) ha creado, a lo largo de varios y fecundos años, una magna obra, la trilogía Occidente, cuyo primer volumen es Sholombra. En una sociedad en inexorable declive, en un «cementerio de muertos vivos que no se atreven a salir de sus tumbas», dominada por la verdad absoluta que ha devenido en un estado corrupto y totalitario, que ha convertido a los humanos en seres timoratos, planos y rutinarios, aparece un personaje que, marcado por una dura infancia, se siente como una nota discordante cuando descubre el poder del crimen como medio para conseguir sus fines.

Al tiempo que sufre en sus carnes el poder terrible del amor, inicia una desesperada huida de la ciudad, donde sus habitantes, víctimas de la violencia y sometidos por las mafias, «caminan por las avenidas esperando que los rescate la nada, como los autómatas, como almas en pena».

Sholombra es la novela de un autor en plena madurez, dotado de una capacidad innata para narrar y de una imaginación desbordante, que escribe por el placer de fabular historias que debería ser el verdadero objetivo de todo buen escritor, de dar vida a los personajes que anidan en su imaginación y de materializar su particular visión del mundo.