El cielo según Google es una novela breve, moderna y actual cuyo título proviene de ciertos detalles que muestran la importancia en nuestro mundo de la comunicación cibernética, «que te deja malherido cada vez que un nuevo mensaje ilumina la pantalla». Precisamente, tal intercambio electrónico «se convertiría en el incendio que acabó siendo», que no es otro que el referido a la tormentosa e inestable relación matrimonial que están viviendo -aunque la perspectiva de la narración la ofrezca como recuerdo- el profesor de instituto Marcel y su esposa Jùlia. Sus comportamientos van siendo presentados y explicados siempre desde el punto de vista de la narradora -su hija Naïma- que habla en primera persona cuando comenta su propia vida y en tercera cuando se centra en sus padres. Estos, mientras se mantuvieron unidos, lo hicieron en tanto esperaban que se les concediera la adopción de Naïma. Es ella quien precisa los continuos cambios de humor de Jùlia su madre, que por cierto ha dejado de ser «la chica de antaño por la mujer de hombros caídos» del presente, removido todo él ante sus evidentes signos de incomunicación debidos al interés preferente que Marcel muestra por Bruna, pues «Cuando Jùlia se puso a curiosear el móvil de su marido no sabía hasta qué punto acabaría arrepintiéndose». Con agilidad (a la que colaboran en buena parte los diálogos insertados directamente en la narración) y con la brevedad de los cadenciosos capítulos (alternantes en su estructura entre el «yo» de Naïma y el «él» de Marcel o el «ella» de Julia), la primera va recordando los hechos veinte años después de sucedidos, cuando también su propio matrimonio con Éric está dinamitado y ella dice que en lugar de «tomarme un asiolítico prefiero dormir». La vida de los padres de Naïma -y la suya propia-, colmada ya de negaciones, engaños y reproches, llega al punto del clímax en los capítulos 26 y 27, cuando Jùlia admitió que «habría sido idiota no aferrarse al futuro que le brindaba la mentira». Así, todas las piezas van encajando en la mente del lector, ante el que se declaran los tres pilares que fundamentan la felicidad de una pareja («... teníamos intereses afines, nos compenetrábamos en materia de sexo y compartíamos un tipo de humor parecido») y se erige la capacidad terapéutica de la escritura, pues Jùlia quería envolver su vivencia «con palabras, destilando la angustia que la desbordaba para transformarla en versos que la hiciesen digerible».

La ruinosa convivencia a la que ha llegado el matrimonio, con su agotamiento, rutina o desgana y los intentos de Jùlia por desenmascarar el engaño, queda enmarcada en este intenso límite de las 135 páginas que conforman la novela, que aglutina reflexiones sobre el «yo», sobre la familia y sobre la frustrada relación filial entre padre e hija, sin olvidar el único y bien contextualizado pasaje erótico del capítulo 31, que arranca de ese despertar «en medio de un sueño febril donde la veía llenarse del amante en un catálogo de posturas imposibles». Sin duda, este es un gran texto sobre la incomunicación amorosa, y supone -lo confirma Jordi Carrión- «una gran reflexión sobre la fidelidad y la paternidad como fenómenos bidireccionales». Es evidente que Marta Carnicero domina desde ella el relato y suscita interés.

‘El cielo según Google’. Autora: Marta Carnicero. Editorial: Acantilado. Barcelona, 2018.