‘Habitaciones compartidas’. Autor: Rogelio Guedea. Editorial: Almuzara. Córdoba, 2018.

Condición humana, sensibilidad, obsesión, sexo y una historia sorprendente entre parejas hacen su aparición en Habitaciones compartidas de forma tan impactante como amena, a través de una prosa contundente y ágil que seduce al lector desde el principio del relato.

Es la historia de un profesor mexicano de literatura, que trabaja desde hace once años en Nueva Zelanda y que languidece en la monotonía de aquel desarraigo, lejos de su tierra y de sus gentes, socavado por la comezón de una crisis de pareja, infidelidades y terceras personas. El desconsuelo, la sospecha y la rutina hacen caer al protagonista en una obsesión de la que parece no encontrar salida.

El personaje nos cuenta sus más íntimos secretos, en primera persona, con hondas y amenas reflexiones psicológicas, revelándonos tanto sus sueños como sus pesadillas. Y, a veces, nos habla sin censuras ni disimulos, con tintes existencialistas: «Porque todo lo que nace, nace para el dolor» (pág. 107).

Rogelio Guedea (México, 1974) ha publicado novela, ensayo, narrativa corta, crónica y antología de poesías. Su última obra, Habitaciones compartidas (Almuzara, 2018), obtuvo el IV Premio Internacional de Novela Albert Jovell en su última edición. Traductor y poeta ha alcanzado también premios prestigiosos de poesía por obras como Mientras olvido (Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro 2001), Razón de mundo (Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2004) y Kora (Premio Adonáis 2008).

La llegada de un matrimonio de compatriotas parece sacar a la pareja de esta situación sin salida en que vive. Surge entonces la ilusión por compartir experiencias con ellos, la esperanza de escapar de la rutina y dejar atrás los problemas; pero aquel inesperado encuentro llevará a ambas parejas a descubrir secretos sorprendentes, que ni ellos mismos esperaban. Tomarán el rumbo, entonces, fuerzas difíciles de controlar y asistiremos a la exploración de los sentimientos, a los secretos largamente callados que se desvelan de pronto, a la fidelidad, el amor, el sexo y el sentido de la vida.

Con un pulso narrativo ágil, descripción psicológica sincera, humor y una historia sorprendente estamos ante una novela corta que se lee de una sentada, una historia de hundimiento y superación que nos impide despegar los ojos del texto para deambular y extraviarnos en sus páginas como turistas de la lectura. «Hacía un aire fresco, pese al mediodía caluroso, y los turistas caminaban por el andador con unas ganas inmensas de extraviarse» (Pág. 167).