Merece la pena entrar en la poesía de Rosa García Rayego (Córdoba, 1953), que poco a poco ha ido consolidando una voz sin apenas ruidos mediáticos ni cambios sustanciales, quizás más ocupada en visibilizar a otras poetas. Como investigadora ha coeditado antologías de poesía española e inglesa y en la actualidad colabora en Radio Nacional, Radio 3 (UNED), en el programa «Poetas en la radio», dedicado a poetas españolas contemporáneas. Es autora de los siguientes poemarios: Aburre el propio gesto, Y siempre las horas, Después de tantos años, De sombras, Mejor volver al mar: Obra reunida 1996-2009 (prólogo de Concha García), Aquí pez, allí roca.

Hay dos cuestiones que me parecen interesantes en su escritura poética. Una se apoya en el sentido de circularidad de los poemas; en ellos, la poeta elabora un canto a la imposibilidad, a la resquebrajadura, al cuerpo fragmentado, mediante una serie de pensamientos y escenas que no se agotan en sí mismos, formando circunloquios , rodeos carentes de relato y anécdota.

En esta antología esencial, seleccionada por la autora, podemos entrar en un mundo poético lleno de claves que, bajo mi punto de vista, pueden recorrerse a través de una línea constante en su escritura. Se trata de sentir el cuerpo lejos, en otra parte, y no poder asumirlo, no poder emprender nada en otro cuerpo, los intentos se disuelven antes de comenzar: «Y siempre las horas/-largo cinturón apretado a la carne-/que roban prendas al cuerpo,/jirones y pañuelos para la vida./Al final/La tierra hace de sábana».

El cuerpo es el anhelo de amor, no el deseo y la necesidad de nombrarse, sino la imposibilidad, quizás la imposibilidad de amar que me recuerda la distancia que hay entre el objeto del amor y el objeto del deseo, y en la aporía lacaniana es «dar lo que no se tiene a quien no es». Afirmación que no carece de puntos enigmáticos y que en la poesía de la autora cordobesa es una constante y por ello atractiva. «Me perdí en un cuerpo sin perfiles/del que nada conozco», o bien: «Como mi cuerpo -preso-/en la espuma de esa agua».

Podríamos decir que son poemas que no pueden alcanzar el objeto del amor y en esa impotencia se muestra la imposibilidad. Los tiempos entre un libro y otro carecen de importancia, la poeta no altera el decir con los años, lo constata.

Los poemas son breves, el ritmo está en la sensación que nos va marcando surcos de tiempo convertido en instantes, otro de los hallazgos de esta poesía.

Como dice María Antonia Ortega en el prólogo, «en este libro no es la ausencia de la persona amada la protagonista, sino la irrupción de la memoria, dotada incluso de más vitalidad que lo evocado».

Rosa García Rayego es cordobesa de origen. Se doctoró en Filología Inglesa en 1989 en Madrid, donde es profesora de la Universidad Complutense. Ha sido directora del Instituto de Investigaciones Feministas.