Hay libros que ensanchan los valles del espíritu: Cuaderno de campo, sin duda, es uno de ellos. La poesía verdadera abre huecos y veredas por los que transita una sustanciosa luz que va conduciéndonos a la felicidad. María Sánchez ha escrito un poemario memorable. «Hay barro donde estaban las gallinas», nos dice, y el lector ve las nubes de un cielo antiguo y púrpura cayendo en los campos ya desvanecidos, cosidos, no obstante, por un amor sutil de raíz femenina.

La pátina rural de un universo áspero, muy rudo, adquiere otra luz en los ojos de María y en sus versos profundos relampaguea el fervor de un campo cruzado por la serenidad: «Rebuscar con los dedos las raíces», sugiere la joven poeta cordobesa.

Yo lo he hecho mientras leía conmovido este hermoso poemario editado con primor en La Bella Varsovia, paladeando el viento, la fulguración de un mundo que hoy no está.