‘Tema libre’. Autor: Alejandro Zambra. Editorial: Anagrama. Barcelona, 2019.

Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) experimenta una autoficción consciente y una concepción de la escritura como un desvelamiento de la realidad, y así consiguió abrirse camino con la trilogía, Bonsái (2006), La vida privada de los árboles (2007) y Formas de volver a casa (2011). Ha dejado buena parte de su responsabilidad cívica con respecto a su Chile natal en un curioso libro titulado Mis documentos (2014) donde, una vez más, desvela esos innumerables signos de vigor y muestra la habilidad de alguien alejado del encorsetamiento literario. Mayor libertad presupone su última entrega, Tema libre (2019), título que evidencia esa indeterminación liberadora de la que puede servirse un escritor en un libro que reúne conferencias, algún cuento disperso, o ese evidente homenaje a la escritura que, en definitiva, supone escribir; un volumen que nos recuerda a ese cajón de sastre donde cabe un poco de todo, y de alguna manera refuerza su interés por la discreta mirada que ejerce el escritor sobre sus textos. Para el chileno las entradas que componen Tema libre son materiales de cierto valor, enuncian su propia teoría literaria: «Todos los libros pueden leerse en función del deseo de pertenecer o de la negación de ese deseo».

Zambra propone tres apartados que recogen las once piezas que distribuye en «Autorretratos hablados», «Ropa tendida» y «Léxico familiar» textos repletos de una escandalosa contradicción como sucede en «Cuaderno, archivo, libro», donde reflexiona sobre esas tres fases del ciclo literario en clave de breve retrato generacional y las distintas visiones del concepto «literatura», como «texto» o como «libro»; muestra una lúcida síntesis crítica de la obra de Mario Levrero y su concepto de autoterapia grafológica, es decir, esa exploración que existe entre letra y personalidad que alumbra el autor de El discurso vacío y La novela luminosa que tanto asombró a Zambra; y como buen lector, menciona a pie de página, Últimas noticias de la escritura, de Sergio Chejfec, con quien Zambra comparte una voluntad miscelánea textual, y una fluida visión del género en que convergen las escrituras tanto de uno como de otro, mezcla de narración y de ensayo en su libre concepto y acepción. El siguiente apartado contiene algunos de los textos más jugosos, en realidad, Zambra recupera cuatro cuentos de lo más divertido, «La novela autobiográfica» y «El amor después del amor», anverso y reverso de una historia. «El cíclope» o ese relato cortazariano, «Penúltimas actividades», identificables con esa identidad de textos libres. Y en el apartado final, otras cuatro entradas en torno al mundo de la traducción donde se abordan asuntos viejos e ideas consabidas sobre el tema, se recoge la idea de Pessoa cuando afirma, «Yo no escribo en portugués, escribo en mí mismo», y añadamos una curiosa historia, «La balada del pulpo trilingüe», con la que Zambra se zambulle en el mar de las lenguas a través de un firme pulso narrativo.

Al final este libro, Tema libre, se convierte en el espejo donde se refleja el nosotros de la juventud, se perfila un yo solitario, o se llega a ese desencantado escritor célebre, muy distinto del nosotros familiar; y la nostalgia con que el narrador recuerda sus años universitarios convierten estos ensayos autobiográficos en el descubrimiento de un nuevo nosotros. Zambra piensa en las formas en que leemos desde cada uno de esos sujetos colectivos: la lectura inexperta, exaltada y compartida, de los primeros días de facultad; la delirante inocencia de la lectura que se descubre junto a los hijos, y/o sus juguetes, incluso la lectura como conversación amorosa que se practica al traducir en pareja, y convierte sus textos en un auténtico taller de escritura, y nos revela el método de la aparente espontaneidad de su prosa.

La obra de Zambra se caracteriza por su humor: Tema libre, incluye dos relatos cómicos con chistes de argentinos y personajes estrafalarios y absurdos, aunque el humor del chileno suena algo deprimente aunque bastante risible, como adelantaba en su anterior No leer (2018), una recopilación de textos sobre literatura, a medias crítica, y en ocasiones memoria publicados en prensa. Por otra parte, y para terminar, las páginas de Tema libre nos remiten a nombres de decenas de escritores chilenos de los que un lector español nunca habrá oído hablar, y quizá nunca lea, porque Zambra ve con escepticismo todo lo que sabe porque lo suyo es, sin duda, la divagación, y por consiguiente un éxito más a su favor.