‘La búsqueda de la felicidad’. Autora: Victoria Camps. Editorial: Arpa Editores. Barcelona, 2019.

La felicidad es un estado intermitente y de duración poco prolongada. Ser feliz es una de las aspiraciones más comunes del ser humano -al menos en la sociedad occidental-, donde el concepto de la misma ha sido planteado por filósofos como Aristóteles, Schopenhauer, Nietzsche, Wittgenstein, Montaigne o Cicerón, autores donde la filósofa Victoria Camps apoya las tesis sobre qué nos puede proporcionar mayor o menor felicidad, con un lenguaje accesible y ejemplos clarificadores.

Este ensayo se aleja de los libros de autoayuda tan abundantes -síntoma de que nuestra sociedad se resquebraja en la búsqueda de algo que nos ofrezca más confianza como humanidad-. Como no podemos aspirar a la infinitud, debemos aceptar nuestra existencia paradójica y contradictoria. Lo mejor que cabe esperar de la vida es ser feliz, nada fácil si no se tienen las necesidades básicas cubiertas, por lo que deduzco que la felicidad se alcanza antes con ciertas seguridades, ya lo dijo Marx y se puede corroborar paseando por cualquier ciudad como Barcelona, donde en un mismo barrio alcanzaremos a ver grados altos de satisfacción junto a quienes ya han bajado el escalón último de la miseria. Nada más cierto que aquella canción que decía: tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor.

El libro está dividido en ocho apartados. En cada uno la autora se ocupa de asuntos como la plenitud espiritual, el miedo a la muerte, el deseo, la culpa, la alegría, la autoestima y el respeto a uno mismo. Cada capítulo hace referencia a pensamientos de los filósofos mencionados, lo que nos invita a leer y reflexionar, que también es una fuente de felicidad en una sociedad donde se valora lo que rinde económicamente.

No vamos a encontrar consejos, sino una iluminadora guía de lecturas que anclarán las reflexiones expuestas: «No hay un modelo de vida que nos procure más felicidad que otro. Cada cual puede buscarla como quiera, lo cual indica dos cosas: que para ello se supone una cierta sabiduría, no solo individual, sino como sociedad, y que esa búsqueda no es posible si no hay garantías de igualdad».

Victoria Camps entra en un terreno que sin dejar de ser materialista, evoca la necesidad de espíritu de estos tiempos donde la apariencia y el egoísmo son expuestos sin pudor a través de los medios de los que disponemos, que cada vez son más. Volver a acercarse a la lectura en silencio, pensar en el instante que nunca se repite, valorar el abrazo de alguien querido, ser conscientes de que solo a través de las buenas acciones, de la compasión hacia los otros, y de conocer nuestras limitaciones, podremos alcanzar un grado satisfactorio de dicha. No vamos a encontrar recetas, la única es la de siempre, ya la recomendaban los antiguos estoicos: «tenemos que preocuparnos sobre todo por aquello que depende de nosotros, lo que no depende de nosotros, como la muerte, debemos aceptarlo y aprender a vivir». Cicerón decía que hay que aprender a morir. Y, como escribió Giorgio Agabem, la felicidad es una importante opción existencial: o bien una vida que solo permanece abierta a la satisfacción -con la carga de frustraciones que conlleva-, o aquella que asuma el riesgo de la felicidad -difícil tarea si no se acepta el paso del tiempo como un regalo de vida-.