Todos somos Bartleby» parecía querer decirnos Enrique Vila-Matas en su espléndida obra Bartlebly y compañía que, editada por Anagrama, confirmaba lo que ya casi todos sabíamos: que aún era posible escribir y editar literatura de alta calidad al margen de modas y grupos. Y «todos somos Bartlebly», porque cuantos sufrimos en nuestras carnes desde nuestra infancia el gusanillo de la escritura, vamos descubriendo con el tiempo que no estamos tan solos como pensábamos, y lo más importante, que no éramos unos bichos raras. Y al igual que Bartlebly, el fascinante personaje que creara Herman Melville, recorremos nuestra particular travesía por el desierto en soledad, pero en la oscura compañía de aquellos que nos precedieron en este singular oficio. La historia de la literatura ha dejado para la posteridad infinidad de «bartleblis más o menos anónimos», como Vila-Matas gustaba contarnos. No vamos a extendernos ahora en ellos, que para este viaje no necesitamos alforjas, y sería manido el ponernos ahora a glosar las excelencias de Juan Rulfo, J.D. Salinger, Borges o Tom Wolfe, por ejemplo. Pero sí que es cierto que hay quienes ven en semejantes silencios una más que preocupante corriente en la que se ven envueltos desde los tradicionales «negros literarios» (no se asusten, todos sabemos que existen) hasta los más indolentes editores, pasando, por supuesto, por la orla del autor y su obra, para quien tanta disquisición y penuria intelectual las más de las veces le trae al fresco. No nos engañemos: al igual que hay autores que escriben tanto con la mano derecha como con la izquierda, según el editor y el lector a quienes vaya dirigido su libro, léase por ejemplo a Stephen King, casi todos se han visto subyugados por la aureola del menudo escribiente Bartleby. Por eso, «todos somos Bartlebly», y como tal deberíamos de comportarnos más a menudo. Lean Bartleby el escribiente, y si ya lo han leído, reléanlo. Cambiará su forma de ver la literatura. Seguro. ¿O acaso preferirían no hacerlo?

Borges sí que es un escritor contra el aburrimiento. Poeta, narrador, crítico literario, prologuista de innumerables libros, antólogo... A diferencia de muchos otros, conocí al Borges crítico y prologuista antes que al narrador, y me explico: en los años ochenta, una editorial española puso en marcha una curiosa iniciativa literaria, treinta y tres libros sobre treinta y tres autores de literatura fantástica, todos seleccionados y prologados por el genial autor argentino. De aquellas lecturas viene mi amor por la literatura fantástica, y mi devoción y descubrimiento de Jorge Luis Borges. Edición Conmemorativa 1899-2019 es, aparte de toda su obra, un volumen-catalogo en donde se puede apreciar en toda su dimensión la capacidad lectora, la voracidad enciclopédica de Borges. Y es que conocer a Borges, no es solo leer su poesía, sus relatos fantásticos, sus opiniones políticamente incorrectas. También lo es acercarse a estas glosas escondidas en su Edición Conmemorativa 1899-2019 posiblemente lo menos conocido de su literatura. Edita DeBolsillo.