‘Amor doncella sierva’. Autora: Mónica Collado. Editorial: Limbo Errante Editorial. Zaragoza, 2018.

Mónica Collado (Villanueva de las Torres, 1980) debutó en narrativa con Palabra de sal (2015), que obtuvo el XIX Premio de Novela Vargas Llosa. Una estampa de la España rural de los ochenta con sus diferencias de clases, una narración convertida en cruce de caminos errantes, y una curiosa confluencia de personas, cuyo dolor y sufrimiento propiciaba un punto de encuentro entre lo efímero y lo divino. Su nueva novela, Amor doncella sierva (2018), muestra un texto poético, un poema desprovisto del marcado énfasis lírico, aunque la narradora consigue una singular voz natural que nos sumerge en la atmósfera que nos recuerda a los cuentos de Las mil y una noches. Adifa, la protagonista, vive en la casa familiar, tiene varios hermanos, pero establece una relación peculiar con Baruj, su protector y maestro. Juntos van a la escuela, escuchan la sabiduría de los sacerdotes, y se asoman a un mundo muy masculino, quizá por eso Baruj teme que cuando a Adifa le despunten los pechos, y se convierta en mujer, la descubran; el hermano, abocado al sacerdocio, le ha enseñado a leer, y eso la llevará a descubrir unos pergaminos trazados por la mano paterna, guardados en su covacha como tesoro en un santuario, y en los que se revela la hermosura de la poesía y el extraño sentimiento del amor que la acompañará el resto de su vida. Con Adifa recorremos su niñez, el paisaje agreste vivido, su relación con las esclavas y quehaceres domésticos, callada en su prudencia es tratada como pieza de ganado, o una carga frente a la criatura sensible que esconde tras su dulce rostro. Su vida transita en una pequeña comunidad familiar regida por el hombre, donde la mujer nada puede decidir, ni siquiera en el terreno del amor. Su padre es taciturno y serio, no provoca confianza sino miedo hasta que un día decide vender a su hija por una insignificante dote al viudo Raveh, quien pronto descubrirá la esterilidad de su joven esposa, aunque a través de Yla consiga parir dos hijos ajenos. Entonces descubrirá el milagro de la pasión amorosa, íntima y sexual, en la figura de un joven pastor, solo así consigue sobrevivir con el don de la palabra porque Adifa tiene un sueño y la gracia de la escritura lo alimenta. Adora las palabras, son su vínculo más poderoso con la realidad, y sin apenas darse cuenta inicia la redacción de un poema, porque en su angustia vital, ella juega con el arte de la escritura.

La narradora reivindica una historia feminista que sitúa en las áridas llanuras orientales, sentimos los aromas y las fragancias, los detalles de una vida, aunque quizá lo que ha movido realmente a Mónica Collado a escribir su novela sea desarrollar una hipótesis sobre la atribución del Cantar de los Cantares a una mano femenina, un texto demasiado carnal para formar parte del Libro Sagrado, interpretado metafóricamente como un encuentro místico entre Dios y su pueblo, y fue a Salomón, rey sabio, a quien se le concedió su autoría por pura tradición, mientras Collado se la confiere a Adifa, «la favorita de mi corazón».