B runo, un personaje solitario y estrambótico, divorciado de Laura, vive aislado en una parte de la casa familiar, que incluye una sala modesta y una enigmática biblioteca. Aquel hombre, que parece un erudito en su torre de cristal, extraño y asocial, se revela a la joven Rosario primero como un enigma. A medida que consigue recibir clases de él y comienza a tratarlo, se le va descubriendo como un ser excepcional que le provoca una irresistible seducción intelectual. Rosario, que no siente urgencias sexuales y menos por el mundo masculino, queda absorta al comprobar la profundidad asombrosa de aquel ser, que la enamora de una forma única, insólita, que conmoverá nuestros conceptos del amor y la amistad, el sexo y el erotismo. La joven, desde su portentosa madurez e inteligencia, quedará seducida por la imponente e irresistible potencia sexual que emana del intelecto y personalidad de aquel desvencijado profesor.

Entre conversaciones magníficas, llenas de lirismo y profundidad humana, de gran calidad literaria, corre la filosofía, la literatura, el amor y la muerte, de modo que el profesor que, en un principio, parece encarnar el mito de Pigmalión, será a su vez seducido, lentamente, por el poder salvador de aquella joven, que se enamora primero de su alma y luego de la intimidad de su biblioteca.

Bruno se va redondeando como personaje a través de los ojos de Rosario, de la simplicidad en la venganza de su ex y de un escritor que aparece en escena y que se propone narrar la increíble y apasionada historia, intelectual, moral, humana, sexual, que flota en la atmósfera de aquella biblioteca y de los personajes que le dan vida. Al entrar en contacto con Rosario y Bruno, aquel escritor primerizo se dará cuenta de que en ellos se encuentra la esencia de la literatura y de la vida. Se enamorará, infructuosamente de Rosario, contactará por carta con Bruno y, a partir de ese momento, el escritor se convertirá en un personaje más de la historia, que no es sino trasunto del verdadero autor. Entonces Bruno le dirá al propio escritor cómo debe escribir la novela. Desde ese momento se mezcla con maestría la propia obra con la acción que cuenta, desdoblando en un principio los dos planos para fundirlos después en un momento en que el escritor consigue una complicidad con la propia novela, con los personajes que en ella habitan y con el propio lector, a quien habla, consulta y finalmente, con quien construye e imagina el propio relato.

Jorge Tamargo (La Habana, 1962) reside y trabaja en Valladolid. Ha publicado once libros de poesía en España, México y Brasil. Ha escrito ensayos, artículos, cuentos y ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos el Premio Fray Luis de León. El apartadero , publicada por Trifaldi, es su primera novela, enigmática y deslumbrante, profunda y sobrecogedora, con unos personajes muy poderosos y un estilo verdaderamente lírico y profundo. La acción en torno a una biblioteca, que es símbolo de la más honda intimidad del ser humano y de su construcción desde la cultura, ofrece el marco perfecto para que cuatro personajes poderosos nos ilustren, desde la buena literatura, sobre el individualismo y los problemas de nuestro tiempo. En menos de ciento cuarenta páginas llegaremos a mirar el mundo con ojos diferentes, a contemplar la muerte, el erotismo, la cultura y el dolor desde una elevación a la que solo nos podrá conducir el amor más puro.