«Sí, ey, uno, dos, uno, dos, probando». Sobresaliente para quienes organizaron el primer pleno telemático de la democracia en Córdoba, que salvo cuelgues y acoples de algún micrófono y niños gritando en el salón de la casa de alguna edil (cosas del teletrabajo) salió de perlas. Abrió la sesión el secretario accidental, al lado del alcalde con mascarilla, pasando lista a la Corporación con la enigmática pregunta a los concejales: «¿Está usted en territorio nacional?» Dónde si no, dirán ustedes, con el confinamiento que tenemos encima. Quizá la duda estuviera motivada por la fabulosa playa que se colocó a modo de croma la concejala del PP Eva Contador, que más que en su domicilio parecía que estaba en Varadero. Aplaudo el guiño en tiempos de pesadumbre.

Eva Contador, con su croma de una playa, en una captura de pantalla de la videoconferencia de pleno.

Lo que no cambió, a qué engañarnos, fueron los minutos largos de intervenciones, que a ratos se hicieron novela de Michael Ende y a ratos soliloquios sin ni siquiera el exabrupto de algún ejem-ejem del público que siempre alivia los tempos. Mejoró, eso sí, el tono. Quizá porque es complicado indignarse y hacer aspavientos estando uno solo en el salón de su casa. Como que no pega, digo yo.

La portavoz de Podemos, Cristina Pedrajas, empezó poniendo el dedo en la llaga al observar como «contradicción irónica» que aquí el PP, que gobierna, pida una oposición moderada y colaborativa, «frente a la violencia verbal y a la crispación» de este mismo partido a nivel nacional respecto a los que gobiernan en Madrid. También resultó curioso que fueran tanto Vox como Podemos los que pidieron ayer dejar a un lado «los egos» de las siglas políticas para ponerse de acuerdo en atender la urgencia de quienes están en apuros. La cuestión coincidente en el plano teórico provocó el encontronazo entre las portavoces de ambas formaciones en la dialéctica y llevó a Paula Badanelli a asegurarle a Pedrajas que ella era «mucho más de izquierdas» puesta a tener que recortar en dietas o asistencia a eventos, que era lo que la edil de Podemos había propuesto.

También hubo cantes de ida y vuelta en el discurso de Alba Doblas (IU), que afeó al PP que ahora esté pidiendo reutilizar el superávit en gasto y no en amortización de deuda, cuando fueron ellos en el Gobierno central quienes impulsaron esas normas de austeridad local. «Ese mantra puede ser ahora su tumba», dijo Doblas para asegurar que la falta de ejecución presupuestaria (que tanto se echó en cara al anterior equipo) no respondió a la ineficacia de PSOE e IU sino a la falta de personal municipal derivada de los recortes populares.

La portavoz socialista, Isabel Ambrosio, también presente en la sala, criticó con dureza la gestión que Bellido y los suyos están haciendo de la crisis, les afeó no tener un plan, ser soberbios y prepotentes, y pedir colaboración y lealtad «pero practicar todo lo contrario». También se mostró contrariada por el hecho de que PP y Cs no aprobaran ni una sola de las enmiendas que las izquierdas presentaron en común (y que la portavoz de Vox tildó de «brindis al sol»), y aseguró que podían haberse ahorrado la pantomima de aprobar unas cuentas que no servirán para nada.

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Pantallazo de los ediles y funcionarios, en el pleno de ayer.

La primera teniente de alcalde, Isabel Albás, empleó parte de su tiempo para responder a Ambrosio y detallar qué ha hecho el gobierno local y en particular Cs desde el decreto del estado de alarma, y arremetió contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez que aún no ha dado «ni un duro» a Córdoba, dijo.

Así las cosas, ni el gobierno aprobó ni una de las enmiendas comunes de la oposición pese a haberle pedido que arrimara el hombro, ni la oposición hizo el intento de abstenerse ante un presupuesto de emergencia. Salvo lo tecnológico, nada nuevo bajo el sol.