Miedo al covid y miedo al miedo, a la alarma social desproporcionada y a sus consecuencias. Entre esos dos sentimientos se debaten, al inicio de la segunda oleada de casos de covid-19, los habitantes de Lucena, una de las localidades andaluzas con peor tasa acumulada de positivos (884,8 por cada 100.000 habitantes) aunque los datos absolutos de los tres últimos días, con cifras de entre 5 y 7 nuevos positivos diarios, revelen una mejoría.

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En el centro de salud, la actividad es frenética, no solo por el coronavirus sino por los usuarios con otras patologías, que se quejan de la falta de atención presencial. «Las medidas de restricción del Ayuntamiento, si no hay más remedio, habrá que tomarlas, pero falta personal en los centros de salud, no todo se arregla por el móvil», se quejan. En la calle, las causas del repunte están claras. «Este verano se han hecho muchas fiestas privadas en casas particulares, en urbanizaciones donde la gente cierra la puerta y nadie sabe, ni nadie controla eso», explica en el mercado de abastos una vecina, a lo que apostilla Baltasar, carnicero de este centro, que «en Lucena, la gente viaja bastante y este verano ha habido movimientos por vacaciones de donde también han llegado casos».

A pocos metros, José Manuel Vergara, propietario de otro negocio en el mercado, destaca la caída de las ventas en septiembre. «Este mes es frío normalmente, pero este año está siendo mucho peor» Los comerciantes señalan que los hábitos de muchos clientes han cambiado. «Los mayores salen lo menos posible y cada vez hay más encargos por teléfono», comentan, «hay puestos cerrados y mucho menos ambiente».

Para Carmen, maestra en Lucena, las medidas que se están tomando son «demasiado laxas». En su opinión, «en dos o tres semanas, se verá un repunte por la falta de medidas de contención en los centros educativos, donde faltan recursos para desdoblar clases y hay aulas con más niños de la cuenta». Lo que se ve ahora «es una alerta que debería tomarse en cuenta para atajar el problema de raíz», algo que muchos de los encuestados creen que no se está haciendo.

Según profesionales sanitarios, en Lucena, como en muchas otras poblaciones, «faltan rastreadores y eso hace que los contagios vayan más rápido porque los contactos estrechos no se ponen en cuarentena». Las fuentes consultadas indican que, en torno a un 30% de las PCR que se están realizando en este momento, una media de 70 diarios, dan positivo. «El hecho de hacer muchos tests incrementa el número de positivos, cuantas más pruebas se hacen más casos se detectan», señalan profesionales, que estiman que el 10% de la población lucentina ya se ha sometido a alguna prueba, a las que habrá que sumar las 1.900 que se llevarán a cabo desde hoy.

El colapso en la gestión de datos registrado la semana pasada en el distrito sanitario Sur de Córdoba por la avería de una máquina también puede explicar la situación. «Hubo días en los que se notificaron menos casos de los que se habían registrado y otros en los que se dieron de golpe casos acumulados, lo que ha generado la alarma», comentan.

En Urgencias, varias enfermeras afirman, no obstante, que en las últimas semanas el número de traslados hospitalarios «se ha duplicado respecto al volumen que se llevaba a cabo en la pasada primavera». El perfil de los pacientes es muy heterogéneo. «Hay muchos mayores, pero también jóvenes e incluso niños», señalan. Del total de traslados que se realizan, calculan que «la mitad son por covid y la otra mitad por otras patologías». Desde que volvieron de vacaciones, confiesan que en la plantilla hay un clima de miedo al que se suma la falta de refuerzos. «Solo ha habido algún contrato puntual en Atención Primaria».

La boda que originó el repunte

En la calle, en el mercado, en los bares de Lucena, un clamor alude a una boda multitudinaria celebrada a finales de julio como foco del repunte. «Más de 400 personas fueron a es celebración, de la que luego se confirmaron varios positivos», indican vecinos de la localidad, que afirman que hubo gente que «no cumplió la cuarentena porque estaba asintomática» y algunos incluso acudieron a trabajar al mercadillo, propagando así el virus. Ese es uno de los motivos, explican, por los que el Ayuntamiento ha decidido cerrarlo durante los próximos días. El consejero de Salud ha confirmado que el origen de los casos fue una boda celebrada en Lucena.

Junto a la preocupación por los contagios, los hosteleros y comerciantes tienen miedo al efecto económico de «una alarma social desproporcionada». Creen que la enorme difusión de los datos de Lucena tiene un efecto muy grave en la economía local que puede ser devastador si se prolonga en el tiempo. «Se están tomando medidas que afectan a bares y restaurantes que es justo donde se vigila el distanciamiento, los aforos, el uso de gel hidroalcohólico... lo que tiene un impacto negativo y no resuelve el problema, ya que los contagios se dan en el ámbito privado», señala Ramón, propietario del mesón La Judería, referentes de hostelería lucentina que ha tenido que reducir el personal contratado por la caída de las ventas. Aunque el mesón Judería era antes del covid un local cerrado, su propietario instaló una terraza alquilando un local contiguo. «El miedo y la alarma generada ha hecho que en septiembre haya caído estrepitosamente la afluencia de público porque los de aquí tienen miedo a salir y los de fuera no vienen».

Temor al efecto económico de las medidas

El efecto de las recientes medidas sanitarias implantadas por el Ayuntamiento ha tenido efecto inmediato en el paisaje lucentino, menos bullicioso de lo normal. Miriam García, propietaria de una tienda de ropa de caballero de la zona, notó el frenazo ayer. «Los miércoles viene mucha gente de fuera por el mercadillo y hoy está todo muerto», comenta, «hay mucha incertidumbre, no se sabe bien qué va a pasar por ejemplo con las comuniones y eso paraliza las ventas».

También Santos, el vendedor de la ONCE que ocupa el puesto de José Antonio Herreros, su antecesor en ese lugar, una de las víctimas mortales del covid, percibía una bajada importante del tránsito de peatones. «Hay gente que está asustada y no sale y luego hay otros que tenían que estar confinados por el covid y no lo han hecho». Una de sus clientes, Ana Medina, confirma esa percepción y comprende las medidas adoptadas por el Consistorio. «La mayoría de la gente es responsable, pero hay otros que no cumplen y hay que intentar controlar la situación como sea».