Una de las polémicas que se asocia irremediablemente al coronavirus es el uso o no de las mascarillas. Cada día aparecen informaciones en un sentido u otro. En China todos las llevaban, en el resto del mundo hay dudas. Por ahora, ya se sabía que en países como Israel, la República Checa y Eslovaquia son obligatorias.

En la Lombardía, la región más afectada de Italia, se castiga desde el domingo con 400 euros a quienes salgan a la calle a cara descubierta, mientras otros países, como España, meditan apostar por su uso mayoritario cuando se suavice el confinamiento.

"Falso sentido de seguridad"

En momentos de confusión lo más adecuado parece ser recurrir a las altas esferas, empezando por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que mantiene su escepticismo, quizá condicionada por la escasez de existencias. El organismo ha reiterado en las últimas horas que el uso de mascarillas para la población general puede crear «un falso sentido de seguridad» y resume los tres únicos colectivos que deben llevarlas: profesionales sanitarios, infectados y personas que estén en contacto con ellos. Para el resto apuesta por el lavado de manos y el distanciamiento físico como medidas más efectivas.

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la institución, destapa sus temores: Sabemos que las mascarillas pueden ayudar a proteger a los sanitarios, pero son escasas a nivel mundial. Nos preocupa que el uso masivo agrave la carencia para las personas que más lo necesitan.

"Verdadero peligro"

Su valoración adquiere mayor relevancia en un momento en el que varios países valoran la posibilidad de generalizar estas protecciones entre toda la población, como hicieron los chinos. La idea de la OMS es dar prioridad a los profesionales sanitarios en primera línea de combate contra el covid-19 y no ponerlos en un verdadero peligro.

El organismo tiene claro que las mascarillas no son la solución contra la enfermedad. Son, simplemente, un elemento más en el complicado entramado que rodea a una pandemia que ha causado ya 80.000 muertos en 212 países. Por sí solas no pueden detener nada. Los países deben continuar encontrando casos, testando y rastreando cada contacto.

Así, al margen de utilizar o no esas protecciones, la OMS remarca que existen medidas más eficaces para reducir los contagios como mantener la distancia, limpiarse las manos, toser o estornudar en el codo, y evitar tocarse la cara.

Eficacia distinta

Otras de las dudas radica en la eficacia de los diversos tipos de prendas. En principio, solo las mascarillas profesionales de los sanitarios tienen un éxito probado para no contagiarse ni difundir el virus, mientras que las piezas más convencionales o caseras serían solo útiles para no propagar, pero no para librarse del contagio.

Una hija protege con mascarilla a su madre antes de entrar a un hospital en Madrid / DAVID CASTRO

En este sentido, la OMS dio ayer otra vuelta de tuerca al avisar de que las mascarillas de algodón pueden ser, incluso, una fuente potencial de infección, ya que no son resistentes a los fluidos y pueden retener la humedad y contaminarse.

Esterilizar antes del uso

El organismo rechaza el uso de estas mascarillas en el personal sanitario porque, además, se desconocen los microorganismos que son capaces de atravesar la barrera de protección que supone el algodón. También aclara que no existe evidencia científica que demuestre que las mascarillas realizadas con materiales sintéticos sean efectivas para proteger a los profesionales que atienden a enfermos con covid-19.

La OMS recuerda, finalmente, que todas las mascarillas, como las batas, guantes y gafas, tienen que ser esterilizadas antes de su uso. Posteriormente, deben desecharse porque estarían «potencialmente» contaminadas por el nuevo coronavirus.