Después de cinco años trabajando en emergencias humanitarias en países como Haití, tras la caída de Aristide, o en el Congo, en pleno conflicto armado y con desplazamientos masivos de civiles, para Narciso Rosa Berlanga "llegar a Sudáfrica fue como un regalo".

"Se trata de un país con infraestructuras y servicios a nivel europeo", explica desde Johannesburgo este cordobés de 40 años, especialista de Naciones Unidas (ONU) en asuntos humanitarios. "No es hasta que llevas un tiempo --continúa--, cuándo te vas dando cuenta de las diferencias sociales y las dificultades de buena parte de la población, heredadas del apartheid que este país sufrió desde 1948 hasta la llegada de la democracia en 1994. Por otro lado, lo que más me gusta es la diversidad cultural, once lenguas oficiales, y étnica".

Narciso trabaja desde agosto del 2011 en la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) para la Región de África Austral, con sede en Johannesburgo. Además de acumular una amplia experiencia en países con problemas, Narciso, licenciado en Periodismo, cuenta con un amplio currículum académico.

Aunque Narciso siempre pensó que su futuro estaba en el periodismo, cuando comenzó a trabajar con grupos vulnerables se sintió verdaderamente útil. "Así que poco a poco me fui metiendo en temas de desarrollo --recuerda-- y acabé por convertirme en experto de Naciones Unidas en asuntos humanitarios en situaciones de desastres naturales o crisis complejas derivadas de conflictos armados".

A Sudáfrica llegó a finales de agosto del 2011. Tras tres intensos años en Haití y dos en el Congo, Narciso decidió pedir un puesto temporal en Ginebra, en busca de algo de tranquilidad. De Ginebra pasó a Nueva York, y es allí donde le surge la posibilidad ir a Sudáfrica, en un puesto regional para cubrir diferentes países, sobre todo los de lengua portuguesa y francesa, como son Angola, Mozambique, Madagascar o las Islas Comoras.

Junto a su esposo, Daniel, un costarricense al que conoció en Ginebra, donde se enamoraron, decidió que era una buena oportunidad para los dos y aceptó viajar hasta Johannesburgo.

SITUACIONES LÍMITE

Una de las funciones de Narciso Rosa como especialista de la ONU es asistir a los coordinadores residentes del sistema de Naciones Unidas en las distintas fases de la respuesta humanitaria. Eso le puede llevar a cualquier país cercano para evaluar el impacto de un desastre y las necesidades de la población afectada, elaborar informes y análisis, coordinar la llegada de recursos o de campañas de sensibilización. "Esto siempre se hace en apoyo de las instituciones a cargo de la protección civil y las autoridades de gestión de desastres naturales en cada país", explica el cordobés.

En el 2012, los sistemas de alerta precoz indicaban la llegada de un fuerte ciclón a Madagascar, que afectaría incluso la capital, Antananarivo. "Enseguida nos movilizamos y me enviaron a Antananarivo para coordinar la respuesta en apoyo a las asociaciones humanitarias y el Gobierno --recuerda Narciso--. Así, que allí estaba yo esperando a que llegase el ciclón, que llegó y bien fuerte, y que dejó la capital sin luz ni agua durante horas, con techos y casas dañadas, mucha gente desplazada y fuertes necesidades básicas que cubrir".

A Narciso le gusta su trabajo, y cree que las cosas no le han ido mal, "pero han sido muchos años de sacrificio, de formación continua --señala--, de soledad y lejanía, donde he echado de menos a mi familia y amigos. Años de vivir en condiciones extremas, en vilo, muchas veces con situaciones de seguridad críticas".

Aún así, cuando Narciso reflexiona sobre el trabajo que ha elegido, asegura que no se siente diferente o mejor que nadie. "Siempre he procurado y procuro poner en valor cualquier tipo de trabajo que desarrollan mis amigos, conocidos o las personas con las que tengo que trabajar. La humildad en las tareas humanitarias es una cualidad básica, aunque desgraciadamente, a veces, vemos ejemplos de lo contrario".

Pero aunque el trabajo de este cordobés para la ONU es absorbente, desde que vive en Johannesburgo también ha tenido tiempo para conocer la ciudad sudafricana. "En Johannesburgo --nos cuenta-- hay toda una cultura underground por descubrir. Existe un movimiento que ha comenzado a rehabilitar el centro de la ciudad, que se había convertido en una zona bastante peligrosa, sobre todo de noche". En las zonas rehabilitadas se han abierto restaurantes, centros culturales, de ocio, pequeños hoteles. A Narciso le gusta pasear por la 4th Avenue, en Parkhust, "donde nos gusta ir de vez en cuando a hacer brunch o mirar tiendas de antigüedades", señala.

Por supuesto, Narciso recomienda a cualquiera que vaya a Johannesburgo visitar el Museo del Apartheid, al sur de la ciudad. "Al comprar la entrada, te toca al azar una entrada de blanco o de no blanco, y de esa forma tienes que acceder al museo --explica--. Para los blancos, el acceso es directo, privilegiado; para los no blancos hay controles, rejas y restricciones. En realidad, te muestra como era la vida cotidiana durante el apartheid y como fue evolucionando la sociedad hasta las primeras elecciones democráticas de 1994, que dieron la victoria al Congreso Nacional Africano (ANC) convirtiendo a Nelson Mandela en presidente de la república".

Una de las fotos típicas para los turistas de todo el mundo que visitan Johannesburgo es la de la monumental escultura de Nelson Mandela, en Sandton, una zona residencial donde se conectan varios centros comerciales, con restaurantes, un teatro, cines y cientos de tiendas. Y para los futboleros, nuestro cordobés nos señala Soccer City, donde está el estadio en donde se jugó la final que dio a España la Copa Mundial de Fútbol en el 2010.

"Y por supuesto --advierte Narciso en este recorrido que nos hace por la ciudad--, no se puede ir uno de Johannesburgo sin visitar la zona de Soweto (South West Town), donde tienen casa el arzobispo Desmond Tutu y Nelson Mandela, con un pequeño museo".

No se olvida Narciso de otro de los grandes atractivos de Sudáfrica, sus parques naturales, "como Pilanesberg o Kruger, donde se puede hacer un safari, y por supuesto la cadena montañosa de Drakensberg en el Parque Nacional Royal Natal. A unos 30 minutos de Johannesburgo también se puede visitar el Lion Park, una especie de zoo abierto, especializado en leones".

Pero todo el exotismo de África y una vida llena de aventuras no han conseguido que Narciso Rosa se olvide de su ciudad natal. "Curiosamente, he ido extrañando Córdoba más a medida del paso de los años. Cuando regreso no perdono un paseo por la Mezquita, el Puente Romano, el Alcázar o la Judería. Me encanta, qué puedo decir".