Antes de quedarse a vivir definitivamente en Noruega, el cordobés Javier Berrocal estuvo unos meses viajando de forma intermitente al país. En el 2008 conoció a su futura esposa, Nathaly. "Como ella tenía dos niños, Erik y Kevin, está claro que la única mudanza posible era la mía", recuerda.

Así que en aquellos primeros viajes para visitar a Nathaly se fue haciendo a la idea de cómo podía ser la vida en Noruega. "El invierno puede hacerse un poco largo, pero en realidad son solo unos días, cuando llegamos a menos 20 grados, los que se hacen duros de verdad", explica.

En aquellas visitas descubrió que, si se iba a quedar allí, debería acostumbrarse "a tener que arrancar el coche 15 minutos antes cada mañana, o a tener que pasarme un buen rato quitándole el hielo".

"Para compensar, cuando llega el verano --añade Javier--, tenemos sol desde las 4 de la madrugada hasta las 12 de la noche. Lo que peor llevo es el idioma, pero como aquí casi todos hablan inglés no he tenido problema".

Javier Berrocal dejó el Derecho por los estudios de Dirección de Cine y Dirección de Fotografía, que realizó en el Centro de Estudios Cinematográficos de Cataluña. Después de acabar la carrera, trabajó como operador de cámara, luego como realizador y director de programas de televisión y documentales. En el 2004 su nombre salió en los periódicos, pues recibió el premio Goya al mejor cortometraje documental por Los Niños del Nepal.

En la actualidad, y desde hace más de seis años, Javier vive en la localidad de Bjorkelangen, un pueblo noruego de 5.000 habitantes, a unos 60 kilómetros de Oslo, la capital, y a otros tantos de la frontera con Suecia.

La esposa de Javier, Nathaly, es farmacéutica, mientras él, se adapta a una vida "tranquila y muy familiar". Pero no se ha acomodado. Este cordobés apasionado de la imagen, ha montado en Noruega una pequeña productora audiovisual. "Tengo la suerte de tener la oficina en casa --explica--. La mayor parte del tiempo lo paso editando. Las grabaciones fuera de casa no se prolongan más de 6 ó 7 días al mes".

En la actualidad, Javier disfruta de un permiso de paternidad, pues acaba de tener un hijo, Matías. "Un niño precioso con el que se me cae la baba a cada rato --cuenta-- y con el que gracias a vivir en Noruega puedo pasar un montón de horas cada día".

EL DÍA A DÍA

En cualquier caso, la vida en Bjorkelangen es muy diferente a lo que estamos acostumbrados en España. Por ejemplo, según Javier, en su pueblo no hay ningún bar, solo un par de cafés que cierran a las cinco de la tarde.

Así que, durante el largo y frío invierno noruego, no hay más remedio que disfrutar del tiempo de ocio en casa. "Pasamos el tiempo leyendo, viendo películas con los niños, o viendo los partidos del Real Madrid en internet", señala el cordobés. "Algunos fines de semana --añade-- solemos ir a una ciudad cercana o a Oslo a pasear, comer en algún restaurante o ir de compras".

Cuando llega el verano la cosa cambia. Los días son más largos y la familia sale a pasear por el bosque o se acercan a alguno de los numerosos lagos que rodean la localidad donde viven.

La familia de Javier en Córdoba "está feliz", porque, "como es normal les gustaría que estuviésemos más cerca, pero saben que aquí tengo una buena vida".

Además, según el cordobés, hablan bastante por teléfono y se ven, al menos, dos o tres veces al año. "En el tiempo que llevo aquí, mi madre y mi hermano han conseguido dos heroicidades: hace dos años se cruzaron media Europa en coche para llegar a Noruega en verano y, compinchados con Nathaly, darme la sorpresa. Y este año, mi madre, que nunca se había subido a un avión, superó su pánico a volar y vino pocos días después del nacimiento de Matías".

Por su parte, Javier y Nathaly intentan venir a Córdoba al menos un par de veces al año. "A Nathaly y los niños les encanta Córdoba. Los dos últimos años hemos podido pasar toda la Semana Santa allí y este año estuvimos tres semanas en Navidad. Ahora la idea es poder volver en mayo, para el día de María Auxiliadora en Salesiano y la Feria".

A Javier y su familia noruega les gusta pasar unos días en Córdoba cada verano, disfrutando de los cines de verano, además de acrecarse a algún pueblo de la costa, como Nerja o Chipiona, a donde han ido otras veces.

Porque lo cierto es que el cambio de un país a otro "es bastante radical", señala Javier. "Yo suelo decir que aquí vivimos en la casa y en Córdoba nos gusta vivir en la calle", apunta. Además, Javier había vivido antes en una ciudad como Barcelona con una ingente oferta de ocio y cultura.

"En Bjorkelangen no hay nada que me recuerde a Córdoba, pero cuando salimos a pasear por el bosque y hacemos una fogata para calentar unas salchichas sí que me viene a la memoria el sabor de los nuestros peroles en los Villares", dice Javier.

Por otro lado, en Noruega la vida es "terriblemente cara", según explica nuestro cordobés. El IVA es del 25%, el IRPF en torno al 35% y, por ejemplo, tomar una cerveza en un bar te cuesta entre 10 y 15 euros, asegura.

CONOCIENDO NORUEGA

Los alrededores de Bjorkelangen pueden ser espectaculares para los amantes de la naturaleza. Javier recomienda visitar Fetsund, pueblo cercano donde hay un Lenser, un lugar al que llegaban los troncos procedentes de la tala arrastrados por la corriente del río Glomma y que ahora se ha reconvertido en museo. En mayo, allí se celebran conciertos, obras de teatro, o se montan mercados vikingos y demostraciones de antiguos oficios.

Oslo sería otra de las visitas obligadas, nos señala Javier. Un paseo por el centro de la ciudad hasta llegar al Palacio Real o al parque Vigeland y terminar la tarde en el puerto o en la fortaleza, donde hay unas fantásticas vistas del Fiordo de Oslo.