A falta del aforo final que se hará público tras la conclusión definitiva de la vendimia en el marco Montilla-Moriles, Asaja-Córdoba ha situado en el 20 por ciento la merma de cosecha que se registrará este año debido a la falta de precipitaciones durante buena parte de la pasada primavera.

De esta forma, el balance hecho público por la organización agraria, a tan solo dos días del cierre oficial de la campaña, recoge un aforo provisional de 37 millones de kilos de uva blanca, una cifra que contrasta con los 44 millones de kilos que se recolectaron el pasado año. Respecto a la uva tinta, la cosecha ha sido de 3,2 millones de kilos, un 30 por ciento menos que los 4,6 millones de kilos cosechados en el 2018.

Con todo, el presidente de la sectorial vitivinícola de Asaja-Córdoba, Juan Manuel Centella, subrayó que la calidad del producto es «excepcional», gracias a una «campaña buena», tras registrarse un verano suave de temperaturas y una primavera en la que la ausencia de lluvias también ha reducido las posibles enfermedades que atacan el cultivo de la vid.

En ese sentido, el sector prevé obtener en esta campaña unos 19 millones de litros de vino blanco calificado por la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles, una cantidad «suficiente» para abastecer los mercados, dado que genera un «equilibrio» entre la oferta y la demanda, lo que conduce a pensar que no se registrarán excedentes a partir de esta vendimia.

Con respecto a los precios de la uva fijados por el sector bodeguero, desde Asaja-Córdoba lamentaron ayer que su descenso «no está acorde» con el nivel de producción y con la buena calidad del fruto. En este sentido, la organización agraria hizo un llamamiento a las cooperativas «para que defiendan la excepcionalidad del producto este año» ante la postura de las bodegas de mantener los precios de la campaña pasada -que rondaron los 0,41 euros por kilo-, lo que, sumado a la disminución de la cosecha, «puede afectar negativamente al sector».

El pasado año, Montilla-Moriles finalizó la vendimia con un aforo final de 44 millones de kilos de uva blanca, una producción que supuso un incremento del 30 por ciento con respecto a la cosecha registrada en el 2017, gracias a la tardía maduración de la uva propiciada por una primavera muy lluviosa y un mes de julio anormalmente fresco.

Con todo, en los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del año 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en el 2012 la peor cosecha de la última década.