La situación del cultivo de la vid en Córdoba, como sucede también en otras zonas andaluzas como Jerez, Málaga o Huelva, pasa por su mayor crisis en los últimos cien años si se analiza la fuerte reducción que se ha producido en la superficie de viñedo en la comunidad autónoma. Habría que remontarse a la importante disminución de viñedo provocada por la filoxera, a finales del siglo XIX, para encontrar una superficie más reducida del cultivo en la provincia. En julio del pasado año, el presidente del consejo regulador, Javier Martín, advertía en este periódico del grave problema de la vid: «La cultura del vino puede desaparecer en Córdoba» y pedía medidas de impulso para cambiar la situación, para lo que incluso hubo una reunión con el consejero de Agricultura, Rodrigo Sánchez Haro.

La superficie protegida no ha dejado de caer durante la última década. En el año 2006 había 7.733 hectáreas de viñedo en el marco, el 2017 se cerró con solo 5.025 hectáreas y el 2017 (vendimia del 2018) finalizó con 4.888 hectáreas, según los datos avanzados por Javier Martín. Esta importante reducción de la superficie, pero también de los viticultores, ha obligado al consejo regulador a rebajar «sustancialmente» los gastos de estructura. Baste como ejemplo la variación en el último ejercicio. Si en el 2017 el presupuesto ascendió a 698.000 euros, en el 2017 bajó a 635.000.

Precisamente, el consejo regulador aprobó en marzo una resolución en la que se establece el sistema de financiación del distintivo de calidad. No obstante, como dice Martín, «no hay novedades reseñables, ya que la distribución de los porcentajes de cuotas sigue siendo la habitual: 50% bodegas, 25% producción y 25% elaboración y calificación». El único cambio se produce en los porcentajes de las bonificaciones de las nuevas plantaciones de parcelas, mientras que se elimina la parte que las bodegas aportaban por certificación, «ya que esta actividad es competencia de la Fundación para el Control de la Calidad Agroalimentaria de Andalucía (integrada por todas las denominaciones de vinos de Andalucía, salvo Jerez)».

La denominación de origen Montilla-Moriles, que comenzó a andar en el año 1932 aunque su primer reglamento es de 1945, sufrió un descenso de la superficie desde finales de los años setenta (en la campaña 1978/1979 ascendía a 19.456 hectáreas). Sería a partir de la campaña 1988/1989 cuando comenzó una mayor caída. Si en 1989 había 16.736 hectáreas, en la campaña 2000/2001 bajó de las 10.000 (9.925).