La concejala de Servicio Sociales del Ayuntamiento de Lucena Carmen Gallardo, realizó este jueves un balance del apoyo ofrecido por el Consistorio a las familias más vulnerables, que más están sufriendo la crisis económica derivada de la emergencia sanitaria, a las que ha destinado una partida que ya ha superado los 400.000 euros en prestaciones sociales directas.

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La responsable municipal de esta área cifró en 700 los usuarios beneficiarios y en 1.364 las ayudas concedidas desde el pasado mes de marzo vinculadas a las diferentes modalidades de prestaciones recogidas en el reglamento municipal de emergencia económica, que fija en un límite de 1.900 euros al año la cantidad a recibir por cada unidad familiar. Apuntó que «prácticamente ya hemos duplicado el número de familias que han recibido una prestación social, sin duda muchas de ellas pertenecen a esos colectivos más vulnerables ante la covid: personas que han perdido su empleo, profesionales autónomos temporales y comerciantes que han cerrado sus negocios».

Informó de que su Concejalía «aún dispone de 180.000 euros para afrontar estos dos últimos meses del año». El Consistorio también contabiliza en este capítulo de gasto extraordinario por covid la subvención especial de 50.000 euros entregada al comedor social y el coste de la contratación de una empresa de catering que sirve almuerzos y cenas a personas que de forma puntual no son autónomas para la elaboración de sus menús. Habría que sumar igualmente los 30.000 euros de la partida diseñada para las ayudas al alquiler y los suplementos aprobados a nivel municipal para hacer frente a la totalidad de solicitudes de ayuda para el pago de la factura del agua y otros suministros básicos. Finalmente, Gallardo destacó que la concejalía de Servicios Sociales ha llevado a cabo 3.800 atenciones presenciales y telefónicas, aparte de correos y watsapp.

REPARTO DE COMIDA DE CÁRITAS

Por otro lado destacar que este jueves se ha llevado a cabo el reparto de alimentos de las distintas Cáritas parroquiales de Lucena, las cuales mantienen las necesidades alimenticias de más de 2.000 personas, una cifra que sigue creciendo mes a mes, según ha informado Antonio Hidalgo Sirvent, coordinador de las Cáritas de la parroquia de Santo Domingo, que destaca que las dificultades de la pandemia se están agravando las necesidades. Hidalgo manifiesta que “como ya se presagiaba, este es un otoño difícil”, y a la vez destaca que la situación de apoyo por parte de instituciones es buena, tanto del Banco de Alimentos como del Ayuntamiento, que habilitó una partida de 50.000 euros ante la situación del Covid-19, a la que esperamos se vuelva a habilitar otra, dadas las necesidades”.

Según los datos aportados por esta entidad, el 75% de estas personas son españoles, una cifra que sigue creciendo, mientras que un 25% corresponden a ciudadanos de otras nacionalidades. A los que atiende Cáritas desde las cinco parroquias de Lucena se suman cerca del centenar que utilizan a diario el comedor social Virgen de Araceli, junto a la iglesia de la Sagrada Familia en El Valle.

Hay que destacar la función social del comedor social Virgen de Araceli de Lucena, que durante estos meses se está viendo desbordado desde el momento en que se inició el estado de alarma por el coronavirus, el pasado mes de marzo. El párroco de la iglesia de la Sagrada Familia, Fernando Martín Gómez, que se encuentra al frente de este comedor, destaca que cuentan con una importante nómina de colaboradores voluntarios de la sociedad lucentina, en la que ahora cofradías como la del Cristo de la Sangre se han sumado como voluntarios ante la imposibilidad de que algunos de los colaboradores habituales asistan, por ser personas consideradas de alto riesgo.

Fernando Martín apunta que "desde que se inició esta nueva situación, la cifra de atendidos se ha duplicado y no ha cesado de incrementarse, atendiéndose actualmente a un centenar. El reparto de alimentos para la jornada se realiza a mediodía en unas tarteras compradas para este reparto, en el que se incluye alimentos para el almuerzo y la cena, para ser consumidos en sus hogares, algunos de ellos personas transeúntes sin hogar. En el reparto de alimentos se establecen distancias preventivas para la recogida, de cara a evitar contagios. Del mismo modo, todo el voluntariado está provisto de guantes y mascarillas durante su tiempo de trabajo