Restos de la Cueva del Ángel, así como de otros yacimientos arqueológicos, han servido de base a un artículo coral publicado en la revista Science y del que también se ha hecho eco el New York Times sobre la genética de los habitantes de la Península Ibérica en los últimos 8.000 años. El análisis de los restos aparecidos en el yacimiento lucentino ha ofrecido información sobre el periodo datado alrededor de hace 4.500 años, en la Edad del Bronce, ampliando el conocimiento de las personas que vivían en Lucena en ese periodo.

En este sentido, el presidente de la Fundación Cueva del Ángel, Cecilio Barroso, acompañado de los arqueólogos, Francisco Bermudez y Enrique Viguera, han puesta de manifiesto que se trata de una radiografía de nuestro pasado, que nos ofrece información sobre «por qué somos como somos y de dónde vienen nuestros antepasados». En este sentido, destacó movimientos migratorios de lugares como Asia, el Norte de África, Europa o el Próximo Oriente.

Según Francisco Bermúdez, en cuando a la trascendencia del estudio «se rellenan huecos de periodos con datos que no se conocían y se ofrecen conclusiones muy trascendentales porque hablan de los movimientos poblacionales que se han registrado durante la prehistoria en la Península Ibérica».

Enrique Viguera, genetista que ha participado en el estudio, explica que en los restos de la Cueva del Ángel existe una molécula de ADN muy estable, que ha ofrecido mucha información. Viguera destaca la potencialidad que tiene el yacimiento y anuncia que se podrán adquirir muestras más antiguas.

El experto apunta sobre las muestras que «no sólo se obtienen datos culturales y morfológicos, si no que con ellos se puede deducir la historia y la procedencia de nuestros ancestros».