La avutarda común (Otis tarda) es, sin lugar a dudas, la especie ornítica más conocida del campo andaluz y la que ha despertado mayor interés conservacionista. No en vano, su presencia denota la existencia de un hábitat agrícola de elevado valor natural. Aunque la Junta de Andalucía invirtió notables esfuerzos en su conservación a través del proyecto LIFE Conservación y Gestión en las Zonas de Especial Protección para las Aves Esteparias de Andalucía, desarrollado entre los años 2010 y 2014, lo cierto es que la población de avutardas, después de disfrutar un tímido repunte, viene sufriendo un preocupante declive en el último lustro -la pérdida se estima en torno al 20%- y está declarada en peligro de extinción.

En Andalucía, la especie se presenta en dos subpoblaciones: una al norte de la provincia y otra en el Valle del Guadalquivir. Las dos subpoblaciones soportan a duras penas un delicado estado de conservación. La situada en el Norte ve atenuada su rarefacción gracias al reclutamiento e intercambio de ejemplares con Extremadura. Mientras, el declive generalizado en el Valle del Guadalquivir podría situarse en torno al 20% en los últimos siete años.

Según informa la Plataforma por la Conservación de las Aves Esteparias en un comunicado, «el optimismo que para esta especie ha exhibido la administración ambiental andaluza podría apoyarse en que la especie sigue mostrando una tendencia creciente entre el 2003 y el 2019 del 1,7%, y a que en años precedentes el éxito reproductor o la productividad eran óptimos». No obstante, según los datos publicados, en los últimos cuatro años se ha pasado de una tasa de crecimiento del 3,4% al 1,7%, por lo que la especie va disminuyendo claramente sus efectivos. Esto se ve reflejado en el número total de ejemplares, que en el 2012 alcanzaba las 492 avutardas y a día de hoy se estima en 413 individuos, añade la plataforma.

Las causas de esta situación son muy variadas, pero para esta organización conservacionista la «principal y más determinante» es la «pérdida generalizada del hábitat de la especie al sustituir el tradicional mosaico de cereal, barbechos y leguminosas, a favor de los cultivos de leñosas en intensivo (olivar, almendros y pistachos)». En segundo lugar, pero no menos importante, está la muerte por colisión de ejemplares con tendidos eléctricos.

En este sentido, y con el objetivo de revertir la dramática situación que podrían estar atravesando las avutardas andaluzas, la plataforma ha registrado una solicitud de reunión con la consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible para abordar esta cuestión.