Junto a la original disposición que presentan los tendidos, en forma de trébol, otro de los aspectos que más llama la atención en el original Coliseo de Almedinilla es su ineludible recuerdo a la arquitectura romana. Esa reminiscencia se ve sobre todo en la estoa que preside el edificio, así como en las arcadas que sirven de sustento al graderío y en los grandes óculos empleados en su decoración. Junto a estos matices estéticos, el edificio se adapta a la normativa vigente para la celebración de espectáculos taurinos, contando con un ruedo de 40 metros de diámetro, con callejón desmontable en cuyo interior se han levantado 9 burladeros, tres corrales para el reconocimiento, apartado y enchiqueramiento de las reses, ocho chiqueros y un amplio patio de caballos, donde se ubican ocho cuadras.