Al igual que la mayoría de los municipios de la provincia, Priego ha sufrido en la última década una importante pérdida de población, situándose en cifras similares a las registradas entre los años 2001 y 2002.

En concreto, como se pone de relieve en los datos recientemente publicados por el Instituto Nacional de Estadística, hay que remontarse hasta el año 2009 para constatar el último crecimiento en el número de habitantes empadronados en el municipio, siendo, precisamente, los 23.563 registrados ese año una de las cifras más elevadas de población del último siglo, aún muy alejados de los 27.093 contabilizados en 1950, que hasta la fecha ha sido el máximo histórico en la localidad en lo que a población residente en la misma se refiere.

Precisamente, la cifra alcanzada en el 2009 fue el resultado de tres de los incrementos poblacionales más importantes de las dos últimas décadas, con 310 habitantes más en el 2007, a los que hay que sumar los 204 que se observaron en el 2008. Pero a partir de esa fecha, Priego ha registrado siete descensos consecutivos, varios de ellos muy significativos, como, por ejemplo, los que se produjeron en el 2012, con la pérdida de 285 habitantes, y el 2014, año en el que se perdieron 176 vecinos. A esta sangría demográfica hay que sumar los datos de la última revisión del padrón municipal, a fecha 1 de enero del 2017, según los cuales Priego, con 22.697 habitantes, perdía durante el 2016 un total de 158 residentes, lo que se traduce en 866 menos que los contabilizados en el 2009.

En relación a los «preocupantes» datos sobre la despoblación que está sufriendo el municipio, el alcalde prieguense, José Manuel Mármol, ha indicado que el 2018 «va a ser un año de mucha actividad en el área de Desarrollo Socioeconómico, impulsando acciones que permitan reactivar el municipio y hacer atractiva la puesta en marcha de iniciativas empresariales», con las que, de manera indirecta, se fomente ese crecimiento poblacional.

Igualmente, Mármol señalaba que desde los ayuntamientos «pedimos una financiación local justa, que permita poder prestar los servicios públicos en igualdad de condiciones», añadiendo que, mientras esto no sea así, «los municipios no podrán competir con las ciudades, que siguen creciendo en población».

En este sentido, el alcalde prieguense recordaba que el actual sistema de participación en los ingresos del Estado «premia a los municipios mayores con más financiación que a los municipios menores», sin pasar por alto que la dispersión de la población en aldeas y diseminados «es una variable sin importancia cuando es más costoso poder prestar los servicios públicos en estos núcleos», concluyendo que, si no se quiere seguir perdiendo población, «se hace necesario impulsar medidas de calado para las zonas rurales, como planes especiales de empleo, emprendimiento, vivienda, etcétera».