La muralla almohade de Palma del Río es testigo de la historia de esta ciudad bañada por los ríos Guadalquivir y Genil, situación geográfica privilegiada que ha sido esencial para escribir páginas de la vida de este pueblo que conserva uno de los mejores recintos fortificados de Andalucía. La cerca almohade, del siglo XII, encierra un conjunto patrimonial único que expone los diferentes periodos históricos que marcan el pasado, presente y futuro de los palmeños. Este perímetro defensivo ha contemplado casi nueve siglos de los palmeños y merece mostrarse en todo su esplendor. Así lo han entendido los diferentes gobiernos municipales, más aún desde la aprobación del Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico (Pepch), que recoge el deber de conservación y protección de los elementos del patrimonio.

Reyes Lopera Delgado, conservadora del Museo Municipal, explica sobre Palma y su muralla que la ciudad se desarrolla a partir de una pequeña aldea llamada Balma, situada en tierras fronterizas, a la sombra de un castillo de posible origen almorávide. No sería hasta más tarde cuando apareciera el perímetro fortificado, e indica que, bajo el dominio almohade, se rodeó de una fuerte muralla que la protegía de las frecuentes incursiones norteñas.

La conquistaron las tropas cristianas del rey castellano Fernando III en 1241, destacando la convivencia de cristianos, árabes y judíos. Este hecho histórico ha sido argumento para que la ciudad conmemore anualmente la Feria Medieval de las Tres Culturas, que se desarrolla en el interior del recinto amurallado.

De este fortín militar queda una traza irregular situada en el ángulo noroeste del recinto, junto al Genil. Incluye torreones similares enlazados entre sí por lienzos de la cerca; un quinto torreón, de mayor envergadura (torre albarrana), se uniría al castillo mediante un arco o puente levadizo. Hay que destacar las dos puertas de entrada, en recodo, que son puertas defensivas. Por un lado, el torreón conocido con los nombres de Arquito Quemado y ermita de las Angustias, que quedó muy dañado a consecuencia del asedio que sufrió la villa en 1483, dando origen al nombre de Arquito Quemado y que más tarde se transformó en ermita. Estos dos episodios se recrean en la Feria Medieval.

Tramo de muralla junto a la Puerta del Sol sobre la que se levanta el balcón de Portocarrero. / ELISA MANZANO

La otra puerta defensiva se contempla en el gran torreón cuadrangular que comunica la plaza Mayor de Andalucía con el interior del recinto fortificado. Se denomina Puerta del Este o del Sol. A principios del siglo XVI fue remodelada en la planta baja para el tránsito de personas y mercancías, y la planta alta se acondicionó como habitación del Palacio de Portocarrero, destacando el balcón renacentista. Ambas puertas han sido restauradas.

El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía declaraba en abril del 2002 Bien de Interés Cultural el recinto amurallado. Un año antes, la Corporación municipal aprobaba el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico, una herramienta de trabajo con un catálogo de bienes a proteger y el objetivo de recuperar y revalorizar el patrimonio histórico de la ciudad. Con esta base administrativa se viene actuando en la muralla almohade.

El cronograma de actuaciones sobre la cerca almohade arranca cerca de la calle La Muralla en 1960, cuando también se rellenó una gran oquedad en un lienzo en la calle Los Rosales, Dos décadas más tarde, en 1985, se intervino sobre el torreón que hace esquina entre las calles Los Rosales y Rioseco, con motivo del proyecto de restauración del antiguo convento de Santa Clara, bajo la dirección de los arquitectos palmeños César Egea Nieto y Pedro Dugo Uña.

En Palma también se recuerda la desaparición de un antiguo cocherón adosado a la muralla en la plaza Mayor de Andalucía y de casas adosadas que la realidad social de una época había conducido a levantarlas junto a paños de muralla en Rioseco.

En el año 2002, en el marco de las obras Aepsa y tras la compra de suelo a los propietarios del Palacio de Portocarrero, se abrió una nueva calle junto a la muralla, un paso entre la calle La Muralla y la plaza que permitió liberar un tramo oculto de la fortificación.

En el 2006 se derribaron los tres últimos inmuebles adosados a la muralla en Rioseco y Los Rosales. El entonces concejal de Urbanismo, José Gamero, declaraba que el objetivo era facilitar un recorrido íntegro por todo el cinturón medieval. Más tarde, se liberó la muralla de la conocida casa de la Modistilla y una cochera.

Actualmente se acomete una obra de emergencia en un torreón entre el palacio y la capilla de las Angustias. / ELISA MANZANO

En etapas más actuales, en los años 2008 y 2009, se realizaron intervenciones en la zona de la antigua alcazaba, planta del antiguo castillo, con la consolidación de lienzos recayentes en Rioseco y la reintegración de restos de muros y torreones. Entre los años 2011 y 2015, el espacio conocido popularmente como Mesa de San Pedro, la alcazaba, fue objeto de las obras definitivas para su puesta en valor como zona ajardinada y ofrece un jardín con las variedades de cítricos cultivadas. También con fondos Feder se actuó, bajo la dirección del arquitecto palmeño Ginés Téllez Burgos y del restaurador David Montes Garnica, en el lienzo de muralla que forma parte de la antigua alhóndiga, hoy Oficina Municipal de Turismo.

Posteriormente, se acometieron obras de restauración y consolidación de lienzos en las calles Los Rosales, Presbítero José Rodríguez y Fuentecilla de los Frailes, bajo la dirección del arquitecto municipal Ricardo Fernández Torres. En este momento llegó por primera vez financiación del Ministerio de Fomento con cargo al 1,5% Cultural.

En el 2017 se recepcionaron actuaciones con cargo al 1,5% Cultural y se anunciaba que el Ayuntamiento se iba a acoger a una próxima convocatoria para preservar paños de muralla junto a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, plaza Cristo de la Expiración y cara interior de la muralla en Santa Clara, proyectos que ya han sido ejecutados.

Ahora, desde la iniciativa privada, y bajo el escudo de Palacio Portocarrero Alcázar, se está acometiendo una obra de urgencia en un torreón en su recorrido entre el palacio y la Puerta del Arquito Quemado a su paso por la calle La Muralla, tras el desprendimiento de ladrillos.

La asociación para la defensa del patrimonio Saxoférreo acudía en un catálogo sobre los monumentos de Palma publicado en 1984 al arabista Torres Balbás, que decía que «las murallas del recinto musulmán, con sus reparaciones y añadidos posteriores, el palacio y la torre parroquial, bien merecen protección que asegure su atractivo conjunto de perfecta unidad».

Las actuaciones en Fuentecilla de los Frailes liberaron este paño de muralla y permitieron crear esta placita. / ELISA MANZANO

Las jornadas de historia Cardenal Portocarrero abordaron en su edición del 2017, bajo la dirección de Manuel Pérez Lozano, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba (UCO), la cerca almohade. De ella dijo que «no encierra un conjunto vacío, nos acerca a la historia medieval, moderna y parte de la contemporánea». La muralla encierra Palacio de Portocarrero, Santa Clara o la parroquia de la Asunción.

Este escenario singular es objeto de visitas. En ellas se puede escuchar a la guía turística Toñi Arroyo relatar que la muralla es uno de los vestigios más antiguos, que conserva su paseo de ronda, que tiene un perímetro con 11 torreones y que los agujeros no son el resultado de cañonazos, sino que se deben a la técnica del tapial, una técnica de encofrado que usan los albañiles. El historiador local Manuel Muñoz Rojo afirma que «hay gente que puede presumir de tener un templo romano, nosotros presumimos de muralla».

En Palma se recuerdan unos versos de Juan Perro que se refieren a esta muralla, y también cómo esta protegió de curiosos el rodaje de El reino de los cielos, de Ridley Scott.