"Moralmente no puedo permanecer callada". La maestra de adultos Juliana Moreno Polo se muestra indignada ante las reacciones que está viendo estos días en algunas redes sociales contra los menas, los menores extranjeros no acompañados que son tutelados por la Junta de Andalucía, cuando se habla de instalar centros para acoger a estos chicos, como ahora ocurre en Lucena.

"Vienen aquí a cumplir un sueño y se han jugado la vida para tener un futuro digno, lejos de guerras o miserias; buscan, ni más ni menos, lo que buscamos todos", señala Juliana. Y no habla por hablar. Esta maestra, con treinta y cinco años de experiencia en educación de adultos en Doña Mencía, se ha encargado desde finales de marzo de dar clase a una quincena de menas alojados en una casa de acogida ubicada en esta localidad cordobesa. Juliana ha contactado con Diario CÓRDOBA porque quiere compartir su experiencia y lanzar un mensaje de solidaridad con estos jóvenes.

DEL APOYO A LA DESAZÓN

Sus alumnos son jóvenes entre 16 y 18 años, que son escolarizados en centros de adultos. Los de menor edad van al instituto. Cuando Juliana recibió el encargo de atender las necesidades educativas de estos chicos, se lo tomó como un reto. "Antes de llegar los chicos muchas personas me proporcionaron material y se ofrecieron como voluntarios para ayudarme en cualquier cosa que necesitara -recuerda-. Esperaba ilusionada a ese grupo de nuevos alumnos, gratamente desbordada con tanto apoyo. Sin embargo, esa alegría se tornó tristeza, desazón y desaliento al salir a la calle y, en el corto trayecto que hay desde mi escuela a mi casa, tres personas distintas me abordaron para preguntarme si era verdad que yo iba a meter un grupo de delincuentes y mangantes en mi escuela".

Pero la maestra no se amilanó. "Por supuesto que estos quince chicos que llegaban a mi vida como alumnos no se iban a encontrar con las puertas cerradas", señala.

Y se puso manos a la obra en una tarea donde no estuvo sola. "Estos chicos, además de aprender español --señala-- necesitaban sentirse integrados y queridos como personas. Ahí es donde se implicaron magníficamente mis convecinos y, de manera especial, todas los alumnas de mi escuela".

NUMEROSAS ACTIVIDADES JUNTOS

Llegado a este punto, Juliana hace un recuento de todas las actividades que han realizado conjuntamente los mayores de la escuela de adultos de Doña Mencía y los mena. Desde talleres de cocina intercultural, donde los chicos a los que les gusta la cocina elaboraron recetas típicas de sus países; hasta actividades, en las que todos los alumnos mezclados, menas y mayores del pueblo, eran invitados a reflexionar sobre su situación. "La mayoría de mis alumnos mayores también han sido emigrantes en algunos momentos de sus vidas", subraya Juliana.

El último día del curso, celebraron una barbacoa y una pequeña fiesta, donde "los niños, como llamamos a los menas, fueron el centro de atención con numerosas muestras de cariño y mimos".

Varios de los menas junto a los mayores del centro de adultos de Doña Mencía, en un taller de cocina. Foto: CÓRDOBA

CHICOS NOBLES Y DE GRAN CORAZÓN

"Me siento privilegiada por haber conocido a estos chicos que, en todo momento, han sido amables, educados, cariñosos y respetuosos en clase. Cada día al terminar su tiempo me despedían con una sonrisa y un “gracias maestra, hasta mañana”, nos cuenta Juliana sobre su experiencia con menas.

"Me siento afortunada y orgullosa del resto de alumnos de mi centro. Han demostrado tener un gran corazón y una admirable nobleza de sentimientos", añade.

"Ojalá que estos chicos, y los que vivan circunstancias similares, sean tratados siempre con respeto y cariño, estén donde estén, y se encuentren siempre a personas tan especiales como lo son mis alumnos", concluye la maestra.