Si hay un alimento altamente recomendable, ese es el huevo. Apto para consumir a todas las edades y prácticamente bajo cualquier situación, tiene un gran valor nutricional, a pesar de los falsos mitos instaurados. Por ello, el Ayuntamiento de Villafranca celebró anoche la trigésimo sexta edición de la Gran Huevada, una fiesta que se celebra, por votación popular, la víspera de San Isidro Labrador, patrón de esta localidad del Alto Guadalquivir.

Fueron más de 20.000 los huevos fritos que se repartieron gratuitamente por parte de una legión de cocineros que no paraban de abrir un huevo tras otro, lanzándolos con arte a un gran perol de aceite de oliva virgen extra, de la marca OB Oliva, bien caliente. Era una veintena de personas, contratadas por el Ayuntamiento, las que se afanaban sin parar para dar de cenar este alimento, rico en proteínas, a niños y mayores en una velada primaveral en la que acompañó el buen tiempo.

Se formaron largas colas en el recinto ferial, que hacían guardia desde primera hora de la tarde. El alcalde, Francisco Palomares, manifestaba anoche su satisfacción «por la gran acogida que supone cada año esta fiesta popular, genuina, que está registrada como marca propia de nuestro pueblo y a la que cada año acuden miles de personas llegadas de distintos puntos de Córdoba para gozar de una velada espectacular, con un ambiente en armonía y donde todos salen contentos». Nunca mejor dicho, sobre todo cuando un dicho popular, en algunas situaciones de la vida, recoge eso de «estar hasta los huevos», aunque en este caso bien se puede aplicar a la degustación de este alimento por la gran cantidad que se come. Hubo personas que hasta probaron una docena, volviendo una y otra vez al puente de fritura.

La velada gastronómica comenzó cuando llegó la procesión de San Isidro Chiquito desde la parroquia hasta el recinto ferial, donde el remate lo puso el ambiente musical y el acompañamiento de vino de la tierra de Verberana.