En la base del cerro de San Cristóbal, una laguna con el mismo nombre se abre a una diversidad de fauna, que, entre carrizos, conviven. Aves como cigüeñuelas, azulones o zampullines perturban la tranquilidad del agua, un agua que suele durar entre cuatro y cinco meses cuando hay precipitaciones abundantes. También es posible que el humedal se alimente de corrientes subterráneas. La laguna de San Cristóbal es hábitat de una variedad de fauna, flora y microorganismos, pero presenta alteraciones, especialmente en su vegetación. Este humedal, de propiedad privada, está rodeado de cultivos de olivos que respetan el cinturón perilagunar. A pesar de ello, la colmatación, la alteración de la calidad de las aguas y la actividad agrícola ponen en apuros la existencia del humedal, que, entre otras cosas, se enfrenta al arrastre de fertilizantes químicos y productos fitosanitarios, según la información que la Junta de Andalucía ha publicado. Además, la caza menor también ha sido puesta en el punto de mira. Cabe recordar que la caza de aves acuáticas está prohibida en el término de Cabra. Cerca, también se elevan tendidos eléctricos de media y alta tensión. Para este espacio, el Ayuntamiento de Cabra, según el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), plantea la construcción de un centro didáctico de interpretación de la naturaleza.