Fiel a una tradición que se remonta a mediados del siglo XVI, Priego celebró ayer la festividad del Corpus Christi, siendo junto a Granada, Sevilla y Toledo una de las pocas localidades de nuestro país en las que se mantiene el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad.

Un año más, la parroquia de la Asunción y, particularmente, el barrio de La Villa han sido los puntos de interés del programa de cultos y actos elaborado para la ocasión. Así, mientras en el templo se ha celebrado desde el pasado lunes el triduo en honor a Jesús Sacramentado, el barrio medieval de la localidad, acicalado con mimo por sus vecinos para la ocasión, lucía sus mejores galas para recibir a los visitantes que durante la tarde-noche del miércoles y la mañana del jueves transitaron por sus angostas callejas, que a primeras horas de la mañana y tras la misa presidida por el cardenal y arzobispo emérito de Madrid Antonio María Rouco Varela acogían el desfile procesional.

Junto a su paso por La Villa, el desfile tenía uno de sus puntos de mayor interés en la plaza de la Constitución, donde se había instalado un monumental altar, así como una artística alfombra de arena coloreada, en la que tenía lugar la danza de los seises de la cofradía prieguense de María Santísima de la Soledad Coronada en honor al Santísimo Sacramento, que procesionaba en el templete que realizara en 1592 Luis de Beas y que alberga la custodia portátil, dorada y decorada con relieves, obra de 1633 ejecutada por el cordobés Juan de Polaíno.

Igualmente, y con carácter excepcional, el cortejo finalizaba su itinerario en el templo jubilar de San Francisco.

Junto a los actos religiosos, los de tipo lúdico han contado con una gran participación, destacando igualmente el reconocimiento que se ha hecho a los vecinos de menor y mayor edad del barrio de La Villa, Natalia Roldán y Antonia Espinar, respectivamente.