Anoche se abrió el telón de la Feria Real de Bujalance con un emotivo y sentido pregón ofrecido por la periodista bujalanceña, redactora de Diario CÓRDOBA, Isabel Leña Corredor. En un tono íntimo y muy personal, el pregón reivindicó las tradiciones de la localidad y estuvo enmarcado en la amistad, «verdadera responsable de que la feria adquiera un sentido que va más allá de la mera fiesta», e hizo un guiño a los emigrantes que cada año vuelven a su tierra para vivir las fiestas, así como a aquellos otros que la viven desde la distancia. En una sociedad cada vez más digitalizada, Isabel Leña utilizó el género epistolar para evocar recuerdos y transmitir sensaciones de las ferias de su infancia, de mi adolescencia y posteriores. A través de una carta, con la que huye del whatsapp y de los correos electrónicos, y que «es la mejor manera de desnudar el alma», invitó a una amiga a volver a Bujalance a disfrutar de la fiesta que empieza el día 11 y acaba el 15 y que «pone música y color a nuestra vida». Una amiga que «podría ser cualquiera» de las que un día decidieron «emprender una nueva vida en otra ciudad».

La pregonera, que fue presentada por el corresponsal de Diario CÓRDOBA José Escamilla, comenzó con versos del poeta Mario López, como un gesto para sumarse a la conmemoración del centenario de su nacimiento. Su intervención en el Teatro Español fue un paseo por los distintos escenarios que tiene la feria y un viaje en el tiempo a través de las revistas publicadas por el Ayuntamiento desde la década de los cuarenta hasta hoy, en el que se percibe la evolución del pueblo y de esta feria, en la que, a pesar de los cambios que se produzcan, todos buscan diversión y «un paréntesis para aplazar las preocupaciones», dijo. Leña, que vestía un bello traje de faralaes, también destacó «la magia de la fotografía», que «convierte en eterno un segundo y conserva una vida entera», tanto de las que están en el formato de papel, ya sea en blanco y negro o en color, como de las que se multiplican en la memoria del móvil «de manera infinita hasta hastiar».