Cientos de feligreses se dieron cita ayer en la ermita del Santísimo Cristo de los Desamparados, de Pedro Abad, para participar en una de las celebraciones más emotivas del año, la de su patrón principal, el Santísimo Cristo de los Desamparados. La alcaldesa de esta localidad, Magdalena Luque, no quiso perderse este momento, participando en la eucaristía que se celebró en la ermita que se creó hace siglos para cobijar, bajo su camarín barroco, al Cristo, del que solo queda un brazo que sobrevivió a la guerra civil. Aunque una imagen posterior representa al mismo, bajo una urna de cristal se guarda celosamente este brazo, que besan los perabeños con fervor, porque fue el que trajo a comienzos del siglo XIII el abad Pedro de Meneses, fundador de la localidad, cuya historia milagrosa dice mucho de esta imagen.

Historia

En 1236, cuando Fernando III El Santo procedía a reconquistar Córdoba iba acompañado de un gran número de feligreses cristianos del norte de España. Entre ellos le acompañaba un abad, llamado Pedro de Meneses, de la feligresía de Santa María de la Mamá, en Orense. Resulta que hicieron un campamento a la altura de Algallarín, que sirvió como base logística antes de asaltar la muralla de Córdoba, que estaba custodiada por los musulmanes. Así, cuando emprendieron camino de Córdoba, el abad llevaba un Cristo, el de los Desamparados, del que decían que era milagroso. Pues sí, porque a los pocos kilómetros de asaltar la capital cordobesa, el abad se dio cuenta de que el Cristo no se encontraba con él, por lo que decidió volverse, y se lo encontró en el campamento, donde habían acampado, por lo que decidió dejarlo allí y construirle una ermita. Ese templo fue reuniendo poco a poco a fieles de otros lugares que comenzaron a conocer de sus milagros, por lo que fue contruyéndose un pueblo, conocido hoy como Pedro Abad, honor al Abad Pedro de Meneses. Este recuerdo permanece imborrable cada año y si en 1992 fueron 740 años de su muerte, ayer fueron 767.