Aunque eran bajas las temperaturas, calor, mucho calor, fue lo que se sintió anoche en Fuente Obejuna. Con esa calidez de los besos y abrazos que dan las personas que se alegran de reencontrarse. Y también mucha emoción, la que se siente al ver a familiares y vecinos que, por circunstancias, no pueden vivir donde desean. Fue una jornada marcada por la vuelta de aquellos mellarienses que aprecian lo bello que es su pueblo y que no dudan en retornar a él cada vez que tienen ocasión.

«Celebrar la Navidad y hacerlo, como se hace en Andalucía, reuniéndose en torno a las candelas» son los objetivos de esta actividad organizada por el Ayuntamiento mellariense, explicó el concejal de festejos, Javier Montero. De esta forma, cuando caían los primeros copos de nieve en la plaza, eran muchas las personas que se reunían en el Palacete Modernista para degustar una taza de chocolate caliente, churros, mantecados y participar en el pasacalles junto a la banda de cornetas y tambores y el coro Nuestra Señora de la Esperanza que, tras llevar la Navidad por las calles mellarienses, cantaron en la plaza Lope de Vega, al igual que la coral del Centro de Educación Permanente y la de la parroquia.

El baile lo puso la escuela flamenca de Cristina de Felipe y la fiesta la cerraron la banda y los bellos villancicos que cantó Carolina. La fiesta oficial, claro, porque los mellarienses continuaron reunidos en torno a las candelas -este año se ha ampliado su número-, degustando el vino de pitarra y los embutidos que fueron asados y ofrecidos por el personal de las áreas de Cultura y Deportes, por los concejales Cristian Damián, Javier Montero, Luisa María Rodríguez y por la propia alcaldesa, Silvia Mellado, en la que fue una noche, cálida, de Navidad mellariense.