El yacimiento arqueológico de Sierra Leones se sitúa en un terreno amesetado de la estribación montañosa de la que toma el nombre, ubicada al norte del casco urbano de Priego, en una elevación de la orilla izquierda del río Salado cuando éste aún no se ha unido con el Zagrilla, muy próxima a la actual aldea de El Tarajal.

Su emplazamiento presenta una magnífica defensa natural, al encontrarse ubicado en un relieve escarpado rodeado por casi todo su entorno de tajos y fuertes desniveles, confirmando el registro arqueológico que fue ocupado desde los últimos estadios de la Prehistoria.

Como apuntan distintas fuentes, su etapa de mayor importancia coincide con la época emiral-califal, siendo utilizado como enclave fortificado por su situación en altura, aprovechándose para ello la muralla de un oppidum iberorromano.

Tras la revuelta de Ibn Mastana, aliado de Umar Ibn Hafsun en el territorio de medina Baguh, el enclave mantuvo su ocupación, al menos, hasta los primeros años del siglo X, como así se ha corroborado por el material arqueológico recogido en superficie, ya que el yacimiento aún no ha sido excavado.

Entre éstos, cabe mencionar un felús acuñado en el siglo VIII, una bráctea de oro califal y distintos fragmento cerámicos, entre los que destaca una base plana de ataifor o jofaina decorada en verde y manganeso al interior.

Por tanto, nos encontramos ante uno de los enclaves fortificados, junto al de Peñas Doblas, más importantes de la comarca para el conocimiento y estudio del período andalusí, lo que junto a su catalogación como BIC desde 1985, pone de relieve la repercusión y envergadura de la denuncia formulada por Ecologistas en Acción, desconociéndose por el momento los posibles daños que ha sufrido el yacimiento. R.C.C.