La temporada de cítricos arrancaba el pasado mes de octubre marcada por la crisis del covid-19, que ha provocado una reducción en el consumo y la pérdida de en torno a un 20% de los puestos de trabajo directos e indirectos vinculados a la naranja, según ha explicado a este periódico Antonio Carmona, presidente de la asociación profesional citrícola Palmanaranja y gerente de Sunaran. Todo ello sumado a una serie de inconvenientes, como la sequía que experimenta la zona de la Vega del Guadalquivir, que han dejado un panorama de incertidumbre sobre qué pasará en los próximos meses en el sector. Carmona asegura que el trabajo en el campo y en los almacenes seguirá para garantizar la actividad económica, aunque siempre «siendo prioritaria la salvaguarda de la salud de los empleados».

Para la comarca, afirma Carmona, el sector cítrico es el principal motor económico y social, estando gran parte de los puestos de trabajo vinculados a la recolección y al empleo en los almacenes donde se clasifica la naranja y se prepara para la venta y la exportación a diversos lugares del mundo.

Solo en Sunaran, una de las empresas adheridas a Palmanaranja, en el 2019 la recolección de naranja habría dejado alrededor de 50.000 jornales. En esta temporada, a causa de la crisis, la plantilla se ha visto reducida en torno al 20% dejando un escenario en el que 310 empleados de la zona trabajan en la planta repartidos en dos turnos y otros 200 en el campo.

Cambios por la pandemia

Aunque esta temporada esté fuertemente condicionada por la pandemia del coronavirus, no ha sorprendido al sector, ya que en la temporada anterior tuvo que enfrentarse a la crisis provocada por el covid, que incluso llegó a provocar un fin precipitado de esta, teniendo que adelantar un mes la conclusión del trabajo. Cabe recordar que la temporada de cítricos comienza en octubre y termina normalmente en junio, aunque puede variar por diversos factores como las lluvias o el clima. Como cercioraba Carmona, el sector está tratando de encontrar un equilibrio entre la seguridad sanitaria de los trabajadores y que no se produzca un parón brusco en la actividad económica.

Para garantizar el cumplimiento de la normativa impuesta por la Junta de Andalucía y evitar contagios durante el trabajo, se han dispuesto protocolos estrictos tanto en el almacén como en las fincas donde se recolectan las naranjas. En la planta, se han instaurado unas mamparas de seguridad que delimitan cada espacio individual, todos obligatoriamente llevan una mascarilla que reciben a diario y tienen geles hidroalcohólicos para desinfectarse con frecuencia.

En el campo, donde podría pensarse que es más complejo garantizar el cumplimiento de las medidas, también se han establecido protocolos estrictos. Entre ellos destacan el lavado de manos obligatorio dos veces por jornada, prestando especial atención en la hora de la comida, donde descansan con tres metros de distancia. También se toma la temperatura y solo pueden ir en coche de dos en dos -una persona delante y otra detrás--. Durante la recolecta, se procura que haya una persona por naranjo y, si el árbol es muy grande, dos personas -una por cada mitad--, se vacía el macaco con orden y distancia de seguridad y solo se puede tener contacto -no directo- con los grupos burbuja establecidos. Para garantizar el cumplimiento se reparten garrafas de agua, jabón y geles hidroalcohólicos.

Nuevas oportunidades

La pandemia también ha traído consigo nuevos retos y oportunidades para el sector que ha protagonizado algunos de los cambios paradigmáticos en cuanto a la venta en tiempos de covid-19. Así, en un momento en el que la balanza de la compra está tendiendo inevitablemente al comercio on line, están surgiendo iniciativas que permiten acercar la naranja a los consumidores.

Este es el caso de www.lacajasaludable.es, una iniciativa en la que participa Sunaran desde que comenzara la pandemia --junto a 16 cooperativas más-- en la que cada semana una caja incluye un surtido de verduras y frutas de temporada de la mejor calidad. «La frescura de nuestros productos está garantizada gracias a nuestro sistema de envasado y envío. Trabajamos directamente con productos de nuestros socios agricultores. Las cajas se preparan en las diferentes cooperativas en el menor tiempo posible para que conserven el 100% de su frescura», explican en la web. De esta forma, si quisiera comprar una caja de naranjas de Palma del Río de cualquiera de sus variedades o, incluso, pomelos, y que se la llevasen a la puerta de su casa podría hacerlo desde solo nueve euros.

Aunque el auge del comercio y la presencia on line es inevitable para el sector de los cítricos, sentencia Carmona, aún queda un largo camino por recorrer. En su caso, solo el 5% de la producción se está destinando al e-commerce aunque las previsiones son de crecimiento. No obstante, afirma, es un porcentaje que ha aliviado la situación y que supone un nuevo horizonte y una nueva oportunidad.

Alemania y Canadá, los países a los que más exportan

El trabajo de Sunaran se centra en recolectar los cítricos, confeccionarlos y adecentarlos para el consumo, distribuirlos y, en algunos casos, exportarlos. Actualmente, los principales países importadores de naranjas de Palma del Río Palma del Ríoson Canadá y Alemania. El año pasado se produjo un aumento de la demanda en países extranjeros y actualmente, con la crisis, han notado un frenazo en el consumo europeo que esperan «sea algo momentáneo y pueda desarrollarse la campaña en los mejores términos», concluye Carmona.