En el primero de los dos días de puesta en escena, miles de espectadores (con muchos autobuses de visitantes llegados para la ocasión) no quisieron perderse ayer el gran belén viviente que protagonizan más de 300 vecinos de Torrecampo a lo largo y ancho de un espacio que ha alcanzado en esta cuarta edición una superficie de 6.200 metros cuadrados, mil metros más que el año pasado gracias a un solar cedido por la Fundación Prasa.

Impulsado por la Peña Cultural Belén Viviente de Torrecampo, su presidente, Adrián Pérez, se mostró ayer contento con el respaldo «de tantas personas que han querido acompañarnos y contemplar algo único, fruto de muchos meses de esfuerzo y trabajo».

Así, el que ha llegado a convertirse en uno de los mayores belenes vivientes de España dispone de 46 escenas bíblicas como la Anunciación, la huida a Egipto, el Nacimiento, la Adoración de los Reyes Magos... Sin faltar la recreación de oficios y escenas tradicionales de Torrecampo y del resto de Los Pedroches como las de la huerta, la matanza, la zapatería, el aneador, la carpintería, las jaboneras, las castañeras, la quesería, el telar o las bordadoras.

Cuenta también con becerros, ovejas, cabras, faisanes, pavos reales, gallos, gallinas, palomos o perdices en espacios especialmente habilitados «con control veterinario y garantizando el bienestar animal», apunta Adrián Pérez. Además, junto a los 300 figurantes hay 100 personas colaborando: desde hacer dulces hasta montar estructuras, confeccionar el vestuario...

Este año, como novedad, se ha creado el cuerpo de romanos «que velan en todo momento por garantizar el tránsito y la seguridad del evento, debido a la cantidad enorme de público que asiste». También en busca de mayor comodidad, el mercado navideño se ha llevado a la calle Real.

El belén viviente de Torrecampo cuenta con dos puntos de entrada, junto a la iglesia de San Sebastián y en la zona de la ermita de Jesús Nazareno. Y hoy, segunda y última oportunidad para visitar este macrobelén viviente, de 17.00 a 22.00 horas.

Mientras, en la no muy lejana aldea de Navalcuervo, en Fuente Obejuna, tristes y helados por unas calles que olían a jara, entre candelas y escenas tradicionales, llegaban también ayer María y José. O Sergio y Lorena, que los encarnaron. Buscaban posada a lomos de un borriquito. Así, en la plaza de Navalcuervo, donde se mostraban todos los oficios, las aguadoras y molineras bailaban en honor al Niño Jesús, encarnado este año por Mario García Figueroba, de 4 meses, hijo de Sergio y de Lorena. Y es que más de un centenar de personas de todas las edades, alguna con 80 años, participaron ayer en esta representación en la que Navalcuervo se transforma en Belén y en la que cada uno de sus rincones esconde un detalle al efecto.

Fue el resultado de dos meses del duro trabajo de su asociación de vecinos, que cada vez cuenta con más colaboraciones, como la de los vecinos de Ojuelos Altos y de Los Pánchez, el Ayuntamiento, la Diputación o la Mancomunidad. El fin de fiestas lo puso Fran Sensaciones.